Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
En estos días el Jefe del Poder Ejecutivo Estatal, Roberto Sandoval
acompañado por miembros de su gabinete del área social realizó una intensa gira
de trabajo por comunidades serranas de la Yesca.
Desde el inicio de su administración estas giras al interior
del Estado han sido se estilo personal de gobernar, es decir estar en contacto
directo con la gente, conocer de sus necesidades cotidianas y resolver aquellas
que son posibles.
Sin embargo había que valorar objetivamente si esa conducta
resuelve de fondo la extrema pobreza de esas comunidades con esa política asistencialista.
La Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la
República por voz de su titilar Rosario Robles ha señalado en reiteradas ocasiones
que son políticas paliativas mientras no se organice a la gente para generar
bienes de consumo por sí mismos.
El programa “Prospera”
recientemente anunciado es un salto cualitativo pues apunta en vincular la
asistencia social con el fomento de las actividades productivas que generará
empleos y producción para el autoconsumo familiar.
¿Qué es lo que necesita una comunidad para lograr su
bienestar social? Evidentemente mejorar el nivel educativo de sus niños y jóvenes;
construir clínicas de salud comunitarias, que disponga de energía eléctrica y
agua potable, materiales para la autoconstrucción de sus viviendas y organizarse
para crear pequeñas unidades de producción
de manera que aprovechen sus recursos naturales.
El Senador de la República, y líder Nacional de la CNC,
Humberto Cota Jiménez hace algunas semanas logró un punto de acuerdo en el Senado
de la República para que la SAGARPA y la Secretaría de Economía otorguen apoyo
financiero a la agricultura familiar en aquellas comunidades que están muy
alejadas de las cabeceras municipales.
Nadie objeta que el Gobierno Estatal gestione y construya
grandes obras que trascenderán más allá de su sexenio.
Si bien estas grandes obras inicialmente crean miles de
empleos y reactivan relativamente la economía del lugar en donde se construyen,
a largo plazo solo benefician a muy poca gente. Señalemos algunos ejemplos: el
creciente florecimiento de la industria turística de la Riviera Nayarit que genera
año a año miles de millones de pesos, sin embargo de toda esa riqueza una mínima
parte va a parar a las miles de familias pobres que viven en poblaciones
cercanas a esos megahoteles. Si hubiese una mejor distribución de la riqueza el partido gobernante hubiera
ganado las elecciones en Bahía de Banderas y Compostela con un amplio margen. La
realidad que a la mayoría de los habitantes de esos municipios solo les dejan
las migajas y los grandes hoteleros se llevan sus cuantiosas ganancias a sus países
de origen.
Lo mismo ocurre con las modernas vías de comunicación en esta
capital. Sirve a una mejor y rápida comunicación de quienes utilizan el
vehículo para su traslado de un lugar a otro más lejano, con ahorro de tiempo y
dinero para el usuario y mejorar la plusvalía de las casas-habitación por donde
corre le moderna avenida, pero que hay de quienes viven en colonias populares
en donde sus calles están destrozadas y llenas de charcos de aguas que ponen en
riesgo su salud y además lucen a oscuras debido a que carecen de luz pública.
A lo anterior agreguemos la escasez de agua potable y
alcantarillado y tiraderos de basura por doquier.
No es que esté en contra de la modernización de nuestra ciudad
capital; pero que no dejen en el abandono a decenas de colonias populares que a
diario tienen que lidiar para darle una vida digna a sus hijos.
El Gobierno también debe ocuparse de la ejecución de pequeñas
obras que sean más gratificantes para esas miles de familias pobres, que las
grandes obras.
Allí está un referente reciente: la apabullante derrota del PRI
a la alcaldía de Tepic, pese a las grandes obras que realizó el Gobierno
Estatal.
En tanto no haya un equilibrio en la inversión pública que
beneficie a todas las clases sociales se ampliará la brecha entre ricos y
pobres.
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