lunes, 25 de junio de 2012

LLENAR PLAZAS, NO SIGNIFICA VICTORIA

El candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador e stuvo en esta capital el pasado domingo en donde protagonizó un multitudinario cierre de campaña como aspirante a la silla presidencial. Estuvo acompañado por los candidatos a Senadores de la República y a diputados federales del Movimiento Progresista.

Es impresionante la capacidad de movilización del político tabasqueño a llenar las plazas públicas. En Tepic, no podía ser de otra manera. Sorprende su discurso ambiguo: ora beligerante en contra de  las oligarquías priistas y panistas que –según él- hunden en la pobreza a millones de mexicanos; y en otras arengas públicas llama a la conciliación entre pobres y ricos.

Sin más garantía que su palabra y sus convicciones,  la única prueba son esas enormes concentraciones públicas de sus seguidores en   donde  recalca una y otra vez que “este arroz ya se coció” a su favor, que será el próximo presidente de México.

Mal haría en no decirlo; lo mismo hace la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota durante su proselitismo electoral.

Sin embargo, la realidad es otra. La competencia electoral no se gana con buenos deseos o discursos incendiarios en plazas públicas. Se gana con propuestas que lleguen a los bolsillos de los mexicanos.

Ciertamente esta campaña presidencial, en los hechos no ha sido equitativa debido a la nueva correlación de fuerzas en el país. El PRI es gobierno en 20 entidades de la República que concentra el 62% de la población; el PAN gobierna 6 estados de la República con una población del 19%; en tanto que el PRD solo gobierna el Distrito Federal, Chiapas y Guerrero con una población del 13%; y las coaliciones PRD-PAN gobiernan Oaxaca, Sinaloa y Puebla; en cuanto a la presencia política del PT y Movimiento Ciudadano son fuerzas testimoniales. Asimismo el tricolor es gobierno en la mayoría de las legislaturas locales.

A partir de esta radiografía política-electoral de nuestro país se deduce claramente que la coalición “Compromisos por México” integrada por el PRI-PVEM disponen de un inmenso arsenal de votos, en apoyo logístico y financiero, lo que les da capacidad para posicionar muy bien a su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto.

El otro factor adverso al candidato del Movimiento Progresista es la enclenque estructura territorial de los partidos que lo apoyan, en este caso, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano, (antes Convergencia). Estos partidos son un lastre para el “peje”, pues en lugar de allegarle votos por medio de sus candidatos al Congreso de la Unión se cuelgan de su figura, tal y como ocurre en Nayarit.

Si tomamos como referente que solo en el Estado de Jalisco, Morelos, Tabasco y en el Distrito Federal sus candidatos a gobernador son muy competitivos e incluso con probabilidades de ganar, esto no será suficiente para alcanzar al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, quien, según las encuestas, va arriba con más de 15 puntos respecto al segundo lugar.

Ignorar esta realidad es tanto como descalificar a esas mismas encuestas que indican al candidato perredista al Gobierno del Distrito Federal, Dr. Miguel Ángel Mancera como el futuro vencedor, puesto que  va con más de 50 puntos arriba sobre la candidata del PRI, Beatriz Paredes.

Es innegable el enorme liderazgo popular de López obrador. Aun perdiendo la próxima elección será factor importante para dar gobernabilidad a nuestro país, así como en la toma de decisiones del próximo Presidente de México, siempre y cuando no incurra en el mismo error del 2006 cuando desconoció la envestidura presidencial de Felipe Calderón y se autoproclamó como presidente legítimo.

Si el pueblo no lo unge en las urnas como Primer Mandatario de la nación, no es porque el pueblo sea masoquista o ignorante que no diferencia entre lo bueno, lo malo y lo peor sino porque atrás de esa enorme masa popular está la incredulidad a nuestras instituciones, el flagelo de la injusticia, la corrupción, el hambre, el miedo a la violencia, la falta de empleo, o sea, un futuro incierto para su familia.

Si se denuncia que hay clientelismo electoral en esta competencia presidencial, gran responsabilidad de esa  práctica  la tiene  la partidocracia que para conservar toda su cauda de privilegios impide una nueva cultura política en donde el ciudadano sea el que decida libremente el destino de nuestro país.