lunes, 14 de mayo de 2012

¿Y EL AGIOTISMO DE CUELLO BLANCO?

La XXX Legislatura Local aprobó reformas al Código Penal de Nayarit que castiga severamente el agiotismo practicado usualmente en zonas marginadas del campo y la ciudad.
Las causales del agio son de origen social, esto es, el desempleo, la falta de créditos a productores del campo, a las condiciones de pobreza en las zonas urbanas y en la creciente pauperización de la clase media.

En el campo, la situación de los productores es cada día peor. A falta de créditos oportunos y baratos para cultivar sus tierras, los campesinos recurren a los agiotistas en busca de préstamos a los que tienen que pagar intereses que oscilan del 6 al 10% mensual.

Como las autoridades estatales y federales hasta hoy son incompetentes para asegurar la comercialización oportuna de los productos agrícolas a buenos precios, el productor se endeude más tiempo con el prestamista, a tal grado que al obtener su liquidación solo le alcanza para cubrir sus deudas.

Esta práctica recurrente en cada ciclo agrícola trae consigo el rentismo, la venta de la parcela, el éxodo de su población a las grandes ciudades o a los Estados Unidos en busca de empleo y al no encontrarlo entonces se incrementa la violencia en las calles y el hacinamiento en las colonias populares que demandan vivienda y servicios públicos.

Si los 3 niveles de gobierno atendieran las causas económicas que generan el agio entonces no tendríamos sus efectos colaterales arriba señalados.

Así, pues, la mejor manera de combatir esa práctica leonina es elevar la productividad en el campo mediante una banca de desarrollo estatal; buenos canales de comercialización en el mercado nacional y extranjero y ofrecer mayor oferta educativa en las zonas rurales de nuestra entidad.

De nada sirve castigar con severidad los actos delictivos sino mejoramos el entorno social y sobre todo, el combate a la corrupción e impunidad que merodea en las instituciones de procuración y administración de la justicia.

Casos emblemáticos de esta impunidad la podemos observar en la banca privada. Si bien no cobran intereses por arriba de los permitidos por la ley, ésta misma los protege para cobrar intereses sobre intereses, lo que técnicamente se denomina como anatocismo. Si el usuario de crédito entra en  morosidad porque perdió su empleo o por cuestiones de salud tiene que pasar un viacrucis legal para no perder la totalidad de sus bienes. A los banqueros no se les toca ni con el pétalo de una rosa. Ellos sí pueden robar al amparo de la ley.

Igualmente ésta misma práctica de rapiña la utilizan las grandes cadenas comerciales como Wal-Mart, Ley, Soriana, Electra, Salinas y Rocha y otras más, que con el señuelo de ofrecer tarjetas de créditos disque con bajos intereses endeudan a sus clientes por años debido a que su deuda inicial se incrementó hasta el 150%. Y más aun, si el cliente dejó un adeudo de 100 pesos es suficiente para que su nombre sea boletinado como cliente moroso en todas las instituciones de crédito privado. No solo lo exhiben sino que lo tratan como delincuente.

Es tal su voracidad que para encubrir sus negocios crean Fundaciones de carácter filantrópico, pero que en el fondo es una de sus tantas triquiñuelas legales para eludir impuestos.

Ojalá y nuestros próximos diputados y senadores legislen en contra del anatocismo que engorda los bolsillos de voraces banqueros.