domingo, 15 de abril de 2012

EL TRICOLOR SIN ADVERSARIOS COMPETITIVOS

Hasta el día de hoy, las campañas proselitistas por la Presidencia de la República entre los 4 candidatos, no es muy competitiva como se esperaba. En la última encuesta de Milenio-GEA-ISA, Enrique Peña Nieto candidato del PRI-PVEM, sin tomar en cuenta a los indecisos, que son del 25%, lleva una delantera con el 52%; Josefina Vázquez Mota, el 26% y en el tercer lugar, Andrés Manuel López Obrador con el 21%. El promedio de otras empresas encuestadoras coinciden en el avance electoral de Peña Nieto, mientras que los candidatos del blanquiazul y del Movimiento Progresista van a la baja.
Si bien es cierto que faltan 75 días para que concluyan las campañas, no vemos como los opositores a Peña Nieto puedan bajarle más de 20 puntos.

Este avance del político mexiquense se explica, no por que sea un político brillante o porque sus propuestas levanten el ánimo de la gente; más bien se debe a que se le percibe como un hombre práctico, que toma las decisiones en la coyuntura y que se le ve como el político que encontrará nuevas estrategias para restablecer la Seguridad Pública en nuestro país.

En cambio, la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, pese a que cambió de estrategia y discurso publicitario

proyecta la imagen del continuismo calderonista. Quedó evidenciada esta actitud durante su gira proselitista el pasado fin de semana por el Estado de Tamaulipas cuando desafió al crimen organizado y a los sicarios de la droga, de que los echará de esa entidad.

Como el Presidente Calderón, esas fanfarronadas son más bien para buscar el aplauso fácil, pero que en los hechos es echarle más leña al fuego. Está demostrado que enfrentar la violencia con más violencia  provocará más inseguridad en las calles, más muertos, violación a los derechos humanos, cierre de empresas y otros daños colaterales. Los 60 mil muertos que ha provocado la guerra fallida de Felipe Calderón en contra del crimen organizado es un pesado costal que cargará la candidata presidencial.

Sus demás propuestas están ancladas en el proyecto calderonista que no ha dado buenos resultados en materia educativa, desarrollo social, salud, disminución de la pobreza y, menos en la rendición de cuentas y en el combate a la corrupción.

Durante los 6 años de gobierno panista así como en el de su antecesor, Vicente Fox, se han saqueado las arcas públicas del IMSS, ISSSTE, CFE y PEMEX. De esas instituciones se han traficado influencias para hacer jugosos negocios a favor de personajes de la elite panista, sin que la ley los alcance. La gente ya no quiere más de lo mismo. Eso explica el derrumbe electoral de la candidata de Acción Nacional.

Irónicamente parece que al PRI se le vislumbra como la única alternativa, cuando debiera ser el candidato de las izquierdas, PRD-PT-Movimiento Ciudadano. No es así.

López Obrador y su equipo de campaña que creyeron que lavándole la cara a su candidato presidencial y poniéndole pie de cordero para ocultar el lobo que lleva dentro lograrían disimular aquella imagen rijosa que despreció a las instituciones cuando perdió la Presidencia de la República. Su pasado lo alcanza y no habrá tiempo suficiente para proyectar en la gente confianza, equilibrio emocional, congruencia entre lo que habla y hace de manera que movilice a las muchedumbres a mostrar su apoyo decidido por su proyecto de nación, viable y aterrizado en la realidad. Para lograrlo tiene que ser congruente, reconocer lo positivo de sus adversarios, no apostarle a la descalificación para ganar votos. La realidad jamás se ajustará a proyectos personales; más bien estos deben interpretar y proponer soluciones a los graves problemas de la Nación.

El proyecto de izquierda tuvo su mejor oportunidad de ganar la Presidencia de México en el 2006. Sin embargo, la soberbia obnubiló la mente de López Obrador cuando casi tenía la presidencia en la bolsa al minimizar a su principal competidor, Felipe Calderón.

Luego, en vez de hacer un recuento autocritico de sus errores mandó al diablo a las instituciones y se auto proclamó como el presidente legítimo de México; y más aun, emprendió una furibunda campaña despreciativa en contra del Presidente Calderón, a tal grado de mandatar a sus correligionarios de partido que ocupaban distintos puestos de elección popular a no reconocer la investidura presidencial. Desde entonces viene cavando su propia tumba política. Su resurrección es prácticamente imposible.