El Lic.
Felipe Calderón pasará a la historia como el Presidente de la violencia: de 17,000
homicidios registrados al término del mandato del ex presidente, Vicente Fox,
Calderón dejará su sexenio con 95,000 homicidios y más de 15 mil desaparecidos como saldo de
su guerra fallida en contra del crimen organizado y sus sicarios de la droga.
En su último
Informe de Gobierno presumió que nunca
como durante su gobierno, se combatió a quienes pretendían cooptar a nuestras
instituciones y dañaran el tejido social de México.
En su
terquedad no admite que se equivocó en la estrategia. No solo disminuyó la
violencia y el tráfico de drogas sino que se incrementó notablemente.
Dejará un país
subsumido en la violencia, con más de 50 millones de pobres y en crecimiento económico
insuficiente para la creación de empleos que demanda la población.
Por cierto,
el Presidente Calderón en su último
informe, en uso de las nuevas facultades que le otorga la recién aprobada
reforma política anunció que envió dos iniciativas preferentes al recién instalado
Congreso de la Unión. Una de ellas, es la Ley Federal de Contabilidad
Gubernamental, que tiene que ver con el combate a la corrupción y rendición de
cuentas en la administración pública federal, estatal y municipal.
La otra será
una papa caliente para el Presidente Electo, Enrique Peña Nieto.
Se trata
nada menos de la Reforma Laboral, pero esta vez, corregida y aumentada,
respecto a la que fue mandada a la congeladora por la mayoría priista en la
pasada Legislatura.
En esta nueva
iniciativa de Reforma Laboral se busca que todos los sindicatos del país sean obligados
a la rendición de cuentas; a que sus órganos de dirección sean electos por voto directo, universal y
secreto; así como impedir que los trabajadores sean coaccionados para que se
afilien a favor de tal o cual partido político.
Esta última
iniciativa lleva doble filo; a saber, poner a prueba la capacidad de negociación
de Enrique Peña Nieto al interior de su mismo partido, toda vez que es un dardo
dirigido a los sempiternos cacicazgos de los grandes y poderoso sindicatos
afiliados al PRI, por ejemplo, PEMEX, CFE, y la Federación Nacional de
Trabajadores al Servicio del Estado y, otros más.
Hasta hoy ningún
Presidente de la República priista o panista ha logrado democratizarlos.
Si bien el
Presidente electo, Enrique Peña Nieto no tiene los hilos del poder, ya que
tomará posesión del cargo hasta el 01 de diciembre, la manera como lo resuelva
la mayoría priista en el Congreso de la Unión dará señales al partido de Felipe
Calderón (PAN) hasta que límites podrán construir acuerdos en la agenda política
nacional durante su sexenio, en tanto
que las izquierdas anunciaron que no pasará la reforma laboral.
Así, pues,
estas dos iniciativas preferentes deberán debatirlas para aprobarlas o
rechazarlas en un plazo de 30 días.
Una sorpresa
la dio Enrique Peña Nieto cuando dio a conocer a la opinión pública su equipo
de transición integrado por más de 40 personajes de la nomenclatura de la nueva
elite priista que gobernará en los próximos seis años, entre los que destacan
un numeroso grupo de políticos mexiquenses. La sorpresa fue nada menos que la
inclusión de la ex presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática
y ex Jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles. A esta destacada
luchadora social de izquierda le fue encomendada la vicecoordinación de la política
social en ese equipo de transición, lo que nos da una idea de hacia donde
apuntará el gobierno de Peña Nieto en el combate a la pobreza.