El periodista
Carlos Marín, autor de la columna “el asalto a la razón” comentaba lo que decía
con ironía un viejo reportero policiaco, que “a los muertos ya no los dejan
vivir en paz”.
Viene a
cuento este comentario a propósito de el súbito robo de una funeraria de
Sabines, Coahuila del cuerpo de Heriberto Lazcano Lazcano “El Lazca”, abatido a
tiros el domingo pasado por la tarde por miembros de la Marina nacional, en
aquella región del país.
Según las crónicas,
esa tarde el numero dos de los Zetas (que se distinguió por su crueldad y
sadismo en el exterminio de sus victimas), él y un acompañante se encontraban
viendo un partido de beisbol de barrio cuando un comando de la Marina quiso
interrogarlo por “sospechoso”. Al no acatar la orden y emprender la huida
tirando una ráfaga de balas a los militares, estos repelieron la agresión matando a sus dos conductores al
instante.
Como en
Sabines no había instalaciones de medicina forense optaron por llevar los cadáveres
a una funeraria del lugar en donde el
ministerio público y agentes de la Marina tomaron a los occisos huellas dactilares
y fotografías. Allí dejaron a los dos difuntos en resguardo.
Fue hasta
las 8 de la mañana cuando se presentó el dueño de la funeraria ante las
autoridades -y como una mala película de México de los años 40- informó que
como a la 1 de la mañana del lunes, un comando fuertemente armado de los Zetas
tomó por asalto la funeraria y se llevaron los dos muertos.
Esta circunstancia
dio motivo a que los altos mandos de la Armada buscaran en sus archivos y al
comparar las huellas dactilares de uno de los acribillados se dieron cuenta que
se trataba del mando numero dos de los Zetas, el más buscado en México y en los
Estados Unidos.
Si no
hubiera sido por el robo del cuerpo del delincuente a lo mejor hubiera
terminado en una fosa común y jamás se hubiera tenido noticias del paradero de
el “Lazca”.
Narramos lo
anterior porque ahora el Gobierno de
Felipe Calderón se quiere colgar la
medalla de que al final de su sexenio se le dio un golpe demoledor al grupo
delincuencial los Zetas.
Como puede
deducirse fue un hecho fortuito, no producto de las investigaciones de la
inteligencia militar.
Lo que si es
cuestionable y hasta risible es la falta de seguridad alrededor de los
delincuentes cuando son abatidos por las fuerzas policiacas o militares. Cada uno
de ellos carga las huellas de sus compinches e información vital para seguir
las cadenas de mandos.
Ahora bien,
la muerte de el “Lazca” no quiere decir el exterminio de esa banda sanguinaria
que a partir del 2010 fue creciendo potencialmente en más de una decena de
estados de la República gracias a su alta capacidad de generar violencia por
medio del terror.
Más que una organización
dedicada al tráfico de drogas, su negocio estriba en el secuestro, robo de vehículos,
asalto express, cobro de derecho a piso, protección a centros de vicio y asaltos
a indocumentados de centro y Sudamérica.
Como integrantes
de las fuerzas elite del ejército que fueron utilizan las tácticas y
estrategias de la guerrilla urbana y rural en su forma de organización y operación,
por lo que sus mandos no son piramidales sino horizontales; operan mediante células,
por lo que si cae en batalla un alto mando, lo suple otro. Es un cuento de
nunca acabar, pues son como la hidra de mil cabezas.
Sin embargo,
por allí un analista del Gobierno
Federal dice que el fin de los Zetas está por llegar; cita dos
argumentos:
1.-Que los dos
jefes históricos de los Zetas se disputaban
el mando único del negocio. Señala que a finales del año pasado entraron
en disputa Miguel Treviño y Heriberto Lazcano. Esta confrontación los estaba
llevando a su atomización.
2.-Que a
mediados del año pasado, el Gobierno Federal cambió de estrategia para combatir
a los capos de la droga. En vez de tirar escopetazos a diestra y siniestra abriéndose
frentes de guerra por todos lados decidió concentrar toda su fuerza militar y logística
en contra de los Zetas por ser la banda más cruel y sanguinaria que mediante el
terror amenaza a la sociedad civil.
Asegura el
comentarista que esa estrategia está funcionado. Informa que del 2011 a la fecha han caído muertos o en la cárcel 14
altos y medios mandos de los zetas; en tanto que han sido capturados o muertos
4 altos mandos de otras organizaciones criminales, lo que demuestra el por qué ha bajado la violencia armada y de
criminalidad durante este periodo en nuestro país. Bajo esta lógica actúa el
Gobierno panista de Felipe Calderón.