Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
El día de ayer fue celebrado el Día Internacional de la Mujer
instituido por decreto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Hoy en día en los países de alto desarrollo económico y de
robusto sistema educativo la mujer logró en las últimas décadas más oportunidades
de empleo bien remunerado, acceso a importantes cargos en las grandes compañías
corporativas y en destacados puestos en la vida política y cultural. Además de
su derecho a decidir sobre su propio cuerpo en problemas relacionados con el
aborto asistido y de sus preferencias sexuales más allá de sus creencias
religiosas. En la mayoría de las democracias occidentales se garantizan estos
derechos humanos.
En contraste la situación que enfrenta la mujer en los países
en vías de desarrollo sobre todo en donde prevalece la religión del Islam sus
derechos son acotados por el fundamentalismo religioso y por su falta de
oportunidades para acceder a la educación y al empleo.
En nuestro país se viven dos realidades. La primera de ellas
es la condición de discriminación que prevalece en las zonas marginadas de nuestro
país de altos índices de pobreza extrema.
En estas regiones, sobre todo en las entidades sureñas a la
mujer se le trata como un objeto a la que se le priva de sus derechos a decidir
por sí misma y a su libertad para construir su propio destino. Salvo algunas distinguidas
excepciones la mayoría de ellas viven cotidianamente la violencia intrafamiliar
propiciada por su marido sin más futuro que el flagelo cotidiano de la pobreza.
La otra realidad es la que vive la mujer en las miles de
colonias populares en donde enfrentan su sobrevivencia como madre soltera. A
consecuencia de su falta de escolaridad tienen que emplearse en lo que tengan a
la mano: desde empleada doméstica, en la que está expuesta a largas jornadas de
trabajo, con salarios de hambre y sin el derecho a los servicios de seguridad
social.
Otras, a falta de empleo recurren al comercio ambulante a
merced de ser extorsionadas por fiscales, policías y líderes sinvergüenzas.
¿Cuáles son las consecuencias de esta dura realidad en la que
están inmersas millones de mujeres?
1.-Provoca lo que la iglesia se niega a reconocer: la
desintegración del núcleo familiar y en consecuencia que nuestros jóvenes sean
el caldo de cultivo de las bandas del crimen organizado, en tanto que nuestra
clase política lo señala eufemísticamente como la descomposición del tejido
social.
En contraste a la mujer que vive en condiciones de pobreza, la
situación de la mujer de clase media y alta de la sociedad su condición es de
privilegios puesto que tienen mayores
oportunidades de acceder a la educación media superior o a puestos de trabajo
en importantes empresas de la iniciativa privada y del sector público y una mayor participación
en los puestos de representacion popular o en la academia.
No obstante que esta minoría de mujeres han conquistados más
derechos en las últimas décadas no ha sido suficiente para que esté en igualdad
de condiciones de los varones a puestos ejecutivos. Por ejemplo, a gobernadoras
de los Estados o a rectoras de universidades públicas. La equidad de género es
solo para taparle el ojo al macho.
¿Cuál es la clave de la emancipación de la mujer?
La primera es, sin duda alguna que
ejerzan su derecho a la educación desde sus primeros cinco años de vida
en donde le abra las puertas al
conocimiento científico y tecnológico, herramienta necesaria para sacudirse humillantes dogmas religiosos como el de
considerarlas máquinas reproductoras de niños y confinarlas a un paternalismo
brutal.
Y la segunda es se les posibilite mayores oportunidades de
empleo en condiciones salariales similares a las del hombre.
En suma, la mejor conmemoración del Día Internacional de la
Mujer es que el Estado les brinde las condiciones necesarias para que tengan
acceso a la educación y al empleo productivo e impulsarlas a ejercer sus
derechos plenos…