Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Los candidatos a la presidencia nacional del Partido Acción
Nacional, Ernesto Cordero y Gustavo Madero ensucian sus campañas con
descalificaciones, acarreo de gente a sus eventos proselitistas y por los
diversos medios de comunicación se acusan mutuamente de tramposos, corruptos y
que no tienen la capacidad para ser factor de unidad en el partido. Gustavo
Madero durante su gestión como líder nacional y que hoy busca relegirse en el
cargo fue el principal promotor para que en los nuevos estatutos de su partido
se cambiaran las reglas de la competencia electoral al interior del blanquiazul
de manera que sus militantes eligieran por voto universal, directo y secreto a
sus dirigentes nacionales, estatales y municipales. Este paso lo consideró como
histórico y que ya no sería la cúpula partidista la que decidiría las candidaturas ni la dirección nacional del partido.
En cambio hubo una férrea oposición a esta reforma de parte
de los corderistas identificados con el calderonismo. Dijeron que eso era abrir
la caja de pandora. La militancia panista no tiene la cultura del ejercicio de
la democracia directa dentro de su partido. Desde la fundación del PAN les fue
más funcional la elección interna por delegados a la asamblea nacional, lo que le dio la capacidad de mantener la unidad
interna.
Al PRI durante décadas le funcionó muy bien este método de
elección interna. Sin embargo cuando vino la exigencia de la base militante de
una mayor participación en los procesos de elección interna la cúpula priista
primero la ensayó en las entidades y finalmente en la elección a su dirigente
nacional entre Roberto Madrazo y Beatriz Paredes. Recordamos que esta elección
abierta a militantes y simpatizantes fue un total desastre.
Enseguida vino la elección del candidato del PRI a la
presidencia de la república en el año 2000. De igual manera la candidatura se
abrió a consulta directa y universal a la militancia y simpatizantes de ese
partido. Colapsó y dividió a ese partido, lo que provocó que Roberto Madrazo y el PRI se fueran hasta el tercer
lugar en los resultados de la votación nacional cuando ganó la elección el candidato panista,
Vicente Fox.
A los dirigentes priistas les costó un huevo recuperar la
silla presidencial hasta el 2012 con Enrique Peña Nieto. Durante 12 años de
gobierno panista aprendieron la lección.
Si bien es cierto que dieron una mayor participación a la
militancia en la elección de sus liderazgos y puestos de elección popular no fue
un gran avance en la vida democrática interna de ese partido porque a falta de
una cultura política ciudadana para que la democracia fuera una forma de vida
cotidiana en la toma de decisiones que fomente la responsabilidad y la ética
política, la consulta abierta en los
procesos internos para elegir a sus dirigentes y a los puestos de elección
popular fue una simulación. Todos conocemos que aquellos grupos que tienen el
control de la burocracia y financiera del partido decidirán los resultados de
la elección.
Esta misma situación la vivió en sus procesos internos el
Partido de la Revolución Democrática (PRD). En sus procesos de elección
interna, incluso presumía que era el único partido que abría las candidaturas no
solo a su militancia sino a toda la ciudadanía. Como se recordará todas sus
consultas provocaron divisiones internas a consecuencias que sus candidatos se
tiraron lodo en vez de propuestas. Algunas de esas hasta tuvieron que dirimirse
en los tribunales electorales.
Después de esa amarga experiencia en el PRI y el PAN sus
dirigentes nacionales optaron por rectificar volviendo a la elección por
delegados, lo cual le había dado buenos resultados.
En cambio el blanquiazul está pagando un alto precio político
por su novatez en la elección abierta de su presidente nacional a su
militancia. Ambos contendientes están enfrascados en una lucha parricida. Por
el contrario ninguno de ellos respeta las reglas del juego y provocan
enfrentamientos entre panistas. Continuar por este pedregoso camino erosionará inevitablemente
a su partido.
En tanto no haya una nueva cultura política ciudadana será un
camino muy escabroso estatuir la democracia interna dentro de los partidos. La
democracia se construye desde abajo no desde las cúpulas de poder o por decreto
presidencial.