Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
El Papa Francisco sorprendió al mundo laico y de la iglesia
católica sus recientes declaraciones públicas cuando dijo que la lepra carcome
las entrañas de la curia del Vaticano y habrá que tomar medidas radicales para
que cumpla su misión pastoral.
Por igual arremetió en contra de los cardenales y obispos que
hacen ostentación de sus Mercedes Benz y
sus Cadillac y viven en lujosas mansiones rindiendo culto al becerro de oro y
de no conducirse con humildad y amor al
prójimo.
Otro hecho que llamó la atención fue cuando luego que el Papa
Francisco removió a los anteriores administradores del banco del Vaticano, los
nuevos responsables por primera vez en 100 años se hizo público un informe en
donde se da cuenta de las ganancias que obtuvo en este año fiscal que
ascendieron a más de 70 millones de euros.
Meses antes el Papa de origen argentino relevó del cargo al
otrora inamovible y poderoso secretario de estado.
Estos cambios que se están generando en el aparato de
gobierno de la santa sede es el principio de una gran reforma en la estructura
milenaria de la Iglesia católica a efecto de adecuarlas a las nuevas realidades
de la comunidad mundial.
Pero, además, el Papa Francisco insiste una y otra vez que se deben recuperar los principios
originarios del cristianismo, es decir poner en el centro de la preocupación
pastoral a los pobres, y de ser interlocutores ante los gobernantes de manera
que asciendan sus necesidades como seres humanos que merecen el disfruto de una
vida digna.
Por igual el Papa hizo hincapié en el papel que debe desempeñar la
iglesia en la permanencia de la paz mundial y no quedarse mudo ante las atrocidades
de las naciones poderosas.
En la guerra civil en Siria el Papa tuvo un papel relevante
que evitó el bombardeo disuasivo de los Estados Unidos en contra de esa nación,
lo que obligó a Rusia, Francia, China y Estados Unidos junto con el presidente
Sirio a un acuerdo multinacional a la destrucción de las armas biológicas y químicas
del gobierno sirio.
Por otro lado el Papa latinoamericano puso sobre la mesa y no
–ocultarlo bajo las alfombras del Vaticano- temas como la pederastia, el
homosexualismo, de sí deben o no ejercer el sacerdocio la mujer y, por supuesto
el compromiso social de la iglesia. No podía ser de otra manera. En las últimas
décadas la iglesia católica pierde millones de adeptos en el continente europeo
al ser atraídos por otros cultos religiosos que se vienen expandiendo en el
resteo de los continentes.
Otro problema que enfrenta la iglesia es la creciente baja de
jóvenes en los seminarios, que es en donde se forman los nuevos ministros de la
iglesia.
Todo ello implicará una gran reforma que estimule en los
jóvenes la vocación sacerdotal y se recupere la confianza de los feligreses espantada por la inmoralidad e impunidad de algunos sacerdotes que desoyen los mandamientos de la ley de Dios.
Suponen que uno de los retos del Papa será de cómo contener
la pederastia y la homosexualidad dentro de la iglesia. Es probable que se
ponga a discusión la conveniencia de quitar la obligatoriedad del celibato y
que este sea opcional.
En el cristianismo primitivo era común que los ministros de
la iglesia tuvieran esposa e hijos. No veo porque razones ahora no pueden recuperar este derecho
fundamental que es inherente al ser humano.
Después de la gran reforma de la iglesia católica que impulsó
el Papa Juan XXIII con su concilio Vaticano Segundo, el nuevo Papa Francisco
será el heredero de aquellas reformas.