domingo, 8 de abril de 2012

EN MEMORIA DE PEDRO JAIME

Reflexionaba mi abuela que la muerte ronda todos los días sobre nuestras cabezas; a veces nos sorprende con alevosía y ventaja; no nos da tiempo de quejarnos, simplemente se apaga la luz de tus ojos y ya estas del otro lado. Si vas al infierno o a la gloria todo dependerá de lo que hayas hecho en tu vida.

Mi abuela nunca se preocupó por la muerte sino cómo la enfrentaría. Se fue de este mundo después de una prolongada agonía por la lumbre que le quemaba las entrañas. Aun así, murió con dignidad, tal y como discurrió su vida durante 64 años. Enfrentó con todas las adversidades de una vida permeada por la pobreza y el trabajo y así logró educar a sus 3 nietos. Sin embargo, nada pudimos hacer para salvarla del cáncer intrauterino que finalmente la llevó a la tumba.

Rememoro estos pasajes de mi vida por la recientemente muerte de mi amigo, el periodista Pedro Jaime Batista ocurrida en la madrugada del jueves santo, victima de una implosión masiva de sus órganos vitales por el padecimiento de una añeja diabetes.

Sin saber que sus días estaban contados, un mes antes –entusiasmado- me habló de un proyecto editorial. Fincaba su porvenir y el de su familia en la edición de un semanario tabloide, al cual invitaría a colaborar a los mejores periodistas de la entidad. Señalé mis dudas. Le dije que ejercer un periodismo independiente y profesional es una labor titánica porque no es cuestión de buena voluntad personal sino de tejer un gran equipo y con suficientes reservas financieras para que el semanario fuera autofinanciable. De otra manera sería un pasquín más de esos que surgen de la noche a la mañana, y que, o desaparecen o terminan siendo francotiradores de algún político petulante y ávido de poder o asumirse como mercenario de algún decadente político que quiere cobrar viejos agravios.

Jaime no era fácil de convencer. Se mostró seguro que alcanzaría su objetivo seguramente estimulado por su fe cristiana y por su profesionalismo como periodista. Quedé finalmente en cotizarle precios, de contactar amigos para invitarlos a su proyecto periodístico. Cumplí mi compromiso, pero ya no tuve contacto físico o telefónico con él. Ignoraba que la diabetes lo sacó de la calle confinándolo a la cama que luego sería su mortaja.

 Gran parte de la vida de Pedro Jaime discurrió entre la reflexión sobre los problemas cotidianos del país y nuestra entidad y su vida discursiva y perseverante divulgando la palabra de Cristo expresada en la Biblia. Jamás intentó el adoctrinamiento dogmático en su círculo de amigos; siempre razonó sobre ello con el ánimo de redimir a los que sufren y buscan consuelo divino, pero, eso sí, respetó con atención nuestros puntos de vista, algunos diametralmente opuestos.

Pedro Jaime dejó un testamento periodístico denominado la Unión de Columnistas y Articulista de Nayarit (UCAN). Luego de la descomposición moral de la APROCON, tomó la iniciativa de conformar una nueva organización con la idea que fuera de reflexión y critica sobre la vida política de Nayarit. Logró conjuntar a más de una veintena de columnistas y articulistas que durante dos años sometimos al escrutinio público a funcionarios, legisladores, alcaldes y dirigentes políticos, sin ninguna intencionalidad política más que el conocer y contrastar ideas independientemente de sus ideologías o militancia partidista.

Su trabajo como Coordinador general de la UCAN le valió el reconocimiento de la clase política y de sus colegas de trabajo. Por tales razones la obra de Jaime se debe continuar. Será el mejor homenaje que le podemos hacer.

Hasta pronto, amigo Jaime, tarde que temprano nos reencontraremos para seguir generando la esperanza en nuestros jóvenes de que sí es posible algún día realizar un periodismo profesional, de reflexión y de critica que sea el ojo vigilante de nuestra clase política.