miércoles, 30 de mayo de 2012

EL TUFO DE ELBA ESTHER EN LA CNTE

La evaluación universal al sistema básico de enseñanza del magisterio federal está generando  turbulencias en varias entidades de nuestro país; entre otras; Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Guerrero y en el Distrito Federal que son protagonizadas por los dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, (CNTE).

Los inconformes no solo van en contra de esa evaluación pactada el año pasado por la presidenta vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, (SNTE), Profra. Elba Esther Gordillo y el gobierno de Felipe Calderón, sino que ahora bloquean algunos almacenes en donde se guarda la prueba “ENLACE” que se aplica desde hace años a los alumnos de primaria y secundaria en todo el país con el propósito de conocer  sus niveles de enseñanza aprendizaje. A esta demanda agregan dos más: que las plazas de jubilados y/o pensionados se hereden a familiares y  no sea mediante concurso de oposición; la otra es la tan cacareada consigna de sacar del SNTE a Elba Esther Gordillo.

Los profesores de la Coordinadora caen en contradicciones. Por un lado cuestionan el cacicazgo de Elba Esther; pero, por otro lado, sus demandas coinciden con las posiciones  de la cacique magisterial en política educativa.

A lo largo de varias décadas, los cacicazgos en el SNTE se sostienen gracias al tejido de complicidades entre el Gobierno Federal y el Sindicato. Cuando ascendió a la Presidencia de la República, Felipe Calderón, apoyado por la lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, una de las premisas de ese pacto fue mejorar la calidad del sistema educativo nacional. Fue precisamente durante la gestión de Josefina Vázquez Mota -como titular de la SEP-  cuando se firmó la Alianza por la Calidad de la Educación. En ese pacto se acordó  -por primera vez en la historia del sindicato- otorgar las plazas mediante exámenes de oposición con el fin de acabar con el tráfico o venta de plazas o heredarlas a familiares.

Otro de los avances fue impulsar la carrera magisterial mediante la evaluación y capacitación de los maestros incentivándolos con becas y estímulos económicos.

Todos estos propósitos quedaron hechos trizas desde el día que la Profra. Elba Esther Gordillo rompió su pacto político con el Presidente Calderón debido a que el Ejecutivo Federal cerró la chequera del ISSSTE al SNTE.

Fue hasta el año pasado, en la gestión de Alonso Lujambio cuando la líder magisterial, presionada por la Federación Nacional de Padres de Familia y por el clamor popular, se vio obligada a firmar el compromiso de la evaluación universal al magisterio federal. Sin embargo, por cálculos políticos-electorales continúa regateando ese compromiso aduciendo el desconocimiento de qué, cómo y quiénes  evaluarán para darle certeza y transparencia al susodicho exámen.

Curiosamente estos  argumentos son los mismos que aducen los líderes de la Coordinadora  coincidiendo con los de la cacique magisterial, a la que tanto detestan y exigen su dimisión. ¿Como entender esta posición contradictoria de los maestros disidentes? Solo hay una explicación; a saber: a los maestros paristas les importa un bledo la calidad de la educación. Si así fuera no hay una razonable explicación para oponerse a que sean evaluados y luego capacitados para el mejor desempeño de su profesión.

En esta tarea tiene mucho que ver los gobernadores de  las entidades en conflicto. Qué paradoja: en los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, gobernados por alianzas de partidos de izquierda cedieron a la demanda de no practicar la evaluación universal e incluso, en Guerrero, el gobernador aprobó la demanda de que las plazas a jubilados y/o pensionados fueran heredados a familiares. O sea, las mismas viejas prácticas de opacidad y clientelismo que durante décadas ha sido el pilar del cacicazgo en el SNTE.

En cambio, en aquellas entidades gobernadas por el PRI o el PAN, el magisterio federal continúa férreamente controlado por sus dirigentes locales. Si bien es cierto que hay algunas protestas, todo indica que estarán dispuestos a ser evaluados el próximo mes de junio y julio. El tufo de Elba Esther contaminó las demandas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. ¿Entonces para qué derrocarla?