miércoles, 16 de mayo de 2012

SE ANIDA EL HUEVO DE LA SERPIENTE

Durante un encuentro con la Unión de Columnistas y Articulistas de Nayarit (UCAN), el candidato a diputado federal de las izquierdas por el distrito uno de nuestra entidad, Francisco Javier Castellón Fonseca destacó lo atípico de esta campaña electoral en la cual todo el proselitismo  en la radio y la televisión gira en torno a los 4 candidatos presidenciales minimizando las campañas de los candidatos al Congreso de la Unión.

No podría ser de otra manera por dos razones: una, que está en juego el poder presidencial, y dos, a que son las reglas que los mismos partidos políticos representados en las dos cámaras aprobaron con júbilo y por unanimidad  la reforma electoral constitucional en el 2007.

Esta reforma aplaudida por toda la clase política finalmente benefició al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y a su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto porque resultó una camisa de fuerza que impide la libre manifestación y confrontación de ideas y de propuestas programáticas de sus candidatos.

El debate del pasado 6 de mayo entre los 4 presidenciables fue un botón de muestra. Siendo coherente con esta realidad, Castellón Fonseca aceptó esas reglas; no hay más que acatarlas, dijo.

Otro tema que llamó la atención el candidato perredista fue al referirse a la creciente pobreza en el campo de la zona norte de nuestra entidad. No es porque se estén muriendo de hambre sino porque ha disminuido su calidad de vida en lo referente a educación, salud, empleo y, consecuentemente, el éxodo de sus habitantes a las grandes ciudades o a Estados Unidos. Dijo que esta situación de pobreza los hace proclives a la aceptación de dádivas en tiempos de campaña electoral, induciendo el voto desde el poder público.  Ahora hasta piden computadoras laptop para sus hijos, ironizó el candidato.

Esta práctica es común de gobiernos priistas, panistas y perredistas. Los tres partidos le sacan raja política-electoral con la mendiguez de la gente. Los mejores ejemplos los tenemos en el Estado de México en donde gobierna el PRI y en el Distrito Federal gobernado por el PRD desde hace varios sexenios.

Tan son exitosos los programas asistenciales que el gobierno calderonista y ahora Peña Nieto copian los programas de apoyo a la tercera edad, a las madres solteras, seguro al desempleado temporal, servicios de salud totalmente gratuitos y otros más que implementó López Obrador cuando fue el jefe de gobierno del Distrito Federal.

Esta manera de atemperar la pobreza tiene arriba de 20 puntos a Peña Nieto en la competencia presidencial. De igual manera, el candidato de las izquierdas en el D.F, Miguel Ángel Mancera está arriba con más de 30 puntos sobre la candidata del PRI, Beatriz Paredes. Estos dos casos emblemáticos dan fe que el clientelismo electoral es parte consustancial de nuestro sistema político mexicano.

Tiene razón Castellón Fonseca que la única garantía de combatir la pobreza, la violencia del crimen organizado que se nutre de nuestros jóvenes en el desempleo; castigar la impunidad y la corrupción en todos los niveles de gobierno y liquidar la desigualdad social no hay más camino que  cambiar de modelo económico y político de nuestro país, porque el actual está agotado y en crisis.

Siendo realista no vislumbramos en el horizonte inmediato este cambio de modelo económico. El actual sistema neoliberal perpetuado hasta hoy por el gobierno calderonista, si bien logró estabilizar la macroeconomía de nuestro país, lo hizo a partir de generar más miseria en la población reflejado en más de 50 millones de pobres y en la violencia indiscriminada que azota en todo el país por las bandas del crimen organizado con un saldo insólito en nuestra historia reciente de más de 60 mil muertos y miles de personas desaparecidas. Todas esas condiciones pueden ser el caldo de cultivo que alimente el huevo de la serpiente, tal y como ocurrió en el ascenso del fascismo, antes de que estallara la segunda guerra mundial de la Alemania nazi

A falta de una alternativa de “cambio verdadero” con gran arraigo popular como en el 2006, todo parece indicar que el PRI regresará a Los Pinos. El problema es si vuelve el viejo PRI, maquillado, o un nuevo PRI que se atreva a realizar profundas reformas estructurales que resuelva los gravísimos problemas de amplios sectores de la población.

En esta contienda presidencial no solo la decidirán los indecisos o las mejores propuestas sino aquel partido político que disponga de una bien aceitada maquinaria electoral para movilizar a los electores a votar el próximo 01 de julio.