miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA UTOPÍA LOPEZOBRADORISTA


El luchador social, Andrés Manuel López Obrador no tuvo ningún problema en realizar en la Ciudad de México en los pasados días 19 y 20 de noviembre su Asamblea Nacional Constitutiva del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) como partido político nacional.
Sus más de 1,900 delegados provenientes de todo el país aprobaron sus estatutos, declaración de principios y su programa de acción.
A su vez eligieron a López Obrador como Presidente de su Consejo Nacional y al Dip. Martí Batres como presidente del Comité Ejecutivo Nacional al salir electo de una terna de aspirantes.
Lo trascedente de esta asamblea nacional del nuevo partido fue el enjundioso discurso del político tabasqueño y dos veces candidatos presidencial. Parodiando al Moisés bíblico llamó a sus seguidores a no dejarse contaminar o practicar los vicios y lacras en las que incurren los actuales partidos políticos, es decir, no caer al clientelismo electoral, al patrimonialismo faccioso, al oportunismo, el maquiavelismo, al divisionismo, el sectarismo  y todos los “ismos” que practican -según él-  los malos de la política.
Si todos los afiliados a MORENA le hacen caso a López Obrador estaríamos ante la fundación de una congregación religiosa, no de un partido político en donde una buena parte de sus dirigentes buscan el poder político. Es precisamente en esta lucha en donde afloran todas esas mezquindades arriba señaladas. No creo que AMLO quiera conducir a un rebaño de ovejas.
Si aspira a construir un partido moderno, competitivo y que sea una nueva alternativa en la lucha política y social, lo primero que deberá hacer es acatar las reglas institucionales de la competencia electoral. Lo que si puede hacer MORENA es proponer y coadyuvar por la transformación de esas instituciones, sea desde el Congreso de la Unión, gubernaturas, legislaturas locales, ayuntamientos y hasta la movilización popular.
En cambio, si López Obrador pretende construir una ínsula de pureza espiritual en medio de terreno fangoso es una utopía condenada al fracaso. Hasta hoy ningún cambio social y político en nuestro país y en el mundo, se ha logrado por la buena fe de líderes carismáticos. Ni tampoco es la lucha de los buenos contra los malos.
Es cierto que no podemos regatearle a López Obrador que hasta hoy encarna los sentimientos y aspiraciones de casi 16 millones de ciudadanos que votaron por él en los comicios pasados. Pero que no olvide que hoy dos terceras partes de ciudadanos no comparten su plataforma ideológica y programática.
Además está obligado a entender que para hacer las grandes transformaciones políticas y sociales que exige el país es necesario reconocer a sus adversarios, dialogar, pactar compromisos en aras de que se fortalezcan nuestras instituciones democráticas.
Obcecarse en su viejo discurso de la descalificación de sus adversarios y hasta de nuestras instituciones es gritar en el vacío y lo único que provocará es que al interior de MORENA se generen los vicios y lacras que él mismo critica.
MORENA tendrá futuro como proyecto de nación en la medida que capacite e impulse a una nueva generación de cuadros políticos. Desde esta perspectiva es alentador que López Obrador anunció la creación de una escuela de cuadros a nivel nacional. Desde esta plataforma educativa el nuevo partido podrá tener en sus dirigencias nacionales, estatales y municipales a nuevos líderes que interpreten  y contribuyan a transformar la realidad de nuestro país, con visión de largo alcance y no quedar atrapados en la lucha del clientelismo electoral.