Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Cuando uno ve o escucha las crónicas periodística del estado
de violencia que se encuentra inmerso la región caliente de Michoacán se nos
ponen los pelos de punta y nos recuerda los dos últimos años de gobierno de Ney
González cuando era cosa de todos los días el ajusticiamientos a mansalva, descabezados,
descuartizados, secuestros, cobro de piso perpetrados por las bandas del
narcotráfico y bandas delincuenciales que operaban con total impunidad en
Nayarit.
De aquel sexenio de inseguridad a este de Roberto Sandoval se
recuperó la seguridad pública en las calles y carreteras de la entidad en
virtud de una exitosa coordinación entre las corporaciones policiacas,
federales, estatales y del Ejército y la Marina. La Fiscalía General del Estado
al mando de Edgar Veytia ha sido de vital importancia aunque no falta por allí
denuncias que se ha vulnerado los derechos de algunos ciudadanos. Sin embargo
somos un estado seguro.
Como todos conocemos en más de 20 municipios de la tierra
caliente de Michoacán prácticamente se rompió el orden constitucional a
consecuencia de que el Gobierno Estatal y Federal por cuestiones de índole
político incumplieron su obligación de garantizar la seguridad física y
patrimonial de los michoacanos.
Esta irresponsabilidad y vacío de autoridad derivó casi en
una guerra civil en los municipios de tierra caliente cuando surgieron los
grupos armados de autodefensa para
enfrentar a las bandas de los “caballeros
templarios” que durante años sometieron mediante la violencia armada a los
lugareños despojándolos de sus bienes patrimoniales y lo que es peor flagelando
cotidianamente sus derechos humanos.
Cansados de tanto atropello a su dignidad humana los grupos
de autodefensa se alzaron en armas para enfrentar a sus verdugos los
“caballeros templarios”. En pocos meses
lograron liberar a 20 municipios con el apoyo popular.
Si bien actuaron en la ilegalidad porque según la ley no hay
derecho a hacer justicia por su propia mano, no tenían otra opción: o luchaban
o morían.
Esta situación de ingobernabilidad obligó al Gobierno de Peña
Nieto a tomar medidas de emergencia ante la debilidad de las instituciones:
desplegó a miles de elementos de la Policía Federal, del Ejército y la Marina
para recuperar los municipios ocupados por los caballeros templarios y de los
grupos de autodefensa y de esta manera recuperar el estado de derecho.
Para legitimar esta nueva estrategia del Gobierno Federal y
no vulnerar la soberanía del estado de Michoacán el Presidente Peña Nieto
nombró al Lic. Alfredo Castillo como alto comisionado para restablecer la
seguridad y el desarrollo integral en el estado de Michoacán dotándole de
amplios poderes, algo así como un gobernador de facto ante la evidente
inoperancia del actual mandatario michoacano Fausto Vallejo. Evidentemente el
poder real será el ex procurador federal del consumidor hombre de todas las confianza
del presidente Peña Nieto.
La pacificación de Michoacán desde el centro la intentó el ex
presidente Felipe Calderón por la vía militar desde el primer día de su
mandato. Fue un desastre. No solo creció
y se fortaleció la delincuencia sino que tuvo un alto costo en vidas humanas.
Incluso se dice que por hacer favores de la “familia michoacana” a su hermana en sus aspiraciones a la
gubernatura de aquel estado Calderón optó por retirarse de la plaza y de paso
meter a la cárcel a presidentes municipales y altos funcionarios del Gobierno
perredista encabezado en aquel sexenio por el Lic. Leonel Godoy quienes tras un
año de litigio fueron encontrados inocentes.
Después del gobierno fallido de Felipe Calderón la nueva
estrategia de Peña Nieto concita cierta esperanza porque esta vez estará
sustentada en dos frentes, a saber: la recuperación del estado de derecho por
la vía militar y popular y mediante una cruzada de programas sociales que mejore
el tejido social, esto es, inversión pública en la producción agrícola para
generar empleos, en educación, salud, vivienda y servicios públicos. De nada
servirá acabar con las bandas del crimen organizado si no se atiende la pobreza
y se consolida la seguridad pública, pues si no se resuelven estos problemas de
fondo seguirán siendo caldo de cultivo de las bandas delincuenciales. De igual
manera si el Gobierno Federal no genera confianza en una paz duradera, el
pueblo para defenderse no tendrá otra opción más que las armas. Los grupos de
autodefensa esperan resultados.