martes, 7 de mayo de 2013

EL PRD, ¿DE MASAS O DE TRIBUS?


Por Francisco Cruz Angulo

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) cumplió 24 años de su fundación. De aquella fecha histórica para la izquierda mexicana a este año quedaron en el camino valiosos y prestigiados cuadros de la vieja izquierda comunista, entre otros, Arnoldo Martínez Verdugo, Gilberto Rincón Gallardo, Gerardo Unzueta, Alejandro Gascón Mercado, Manuel Stephens García y muchos más; unos por muerte natural y, otros, en retiro por no coincidir con la línea táctica y estratégica de los líderes que han dirigido al Partido del Sol Azteca en la última década.
Aun con sus contradicciones internas el PRD tuvo la capacidad de aglutinar a todas las corrientes de izquierda en el país, lo cual le generó una alta competitividad en los dos últimos comicios presidenciales al constituirse en la segunda fuerza electoral bajo el liderazgo del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Más de 15 millones de mexicanos votaron dos veces consecutivas por el proyecto de nación de izquierda.
El ascenso electoral del PRD se explica por varias razones; a saber: uno,  el fuerte liderazgo carismático de López Obrador; dos, la decepción de los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón que no cumplieron las expectativas de cambio que prometieron a los mexicanos al incurrir en las mismas prácticas corruptas y clientelares del viejo PRI y, tercero, en la exigencia de millones de compatriotas que demandan profundas transformaciones en el régimen político,  en la economía y en lo social. En la última elección presidencial del 2012 fue patente la irrupción de la clase media sobre todo de los jóvenes, al proyecto lopezobradorista.
Después de esa gesta electoral en la cual esa alianza electoral de izquierda encabezada por el PRD  ganó una fuerte presencia en la Cámara de Diputados y Senadores, sobrevino  la crisis que actualmente confronta en su interior. Primero, la deserción de López Obrador y luego construir  el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) como partido político; y hoy en día los pleitos entre la corriente de Marcelo Ebrard y los bejaranistas en contra de la actual dirección nacional que encabeza, Jesús Zambrano al que acusan de haberse sometido a la estrategia del gobierno priista de Enrique Peña Nieto  desdibujando el proyecto de la izquierda. De igual manera este mismo cuestionamiento se lo hacen al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Mancera y al Gobernador de Morelos, Graco Ramírez, al tildarlos de colaboracionistas del régimen priista.
A la dirección nacional del PRD no le queda de otra. Con la deserción de López Obrador  y sus adversarios internos que a diario le mueven el tapete para desestabilizar al partido, se vieron obligado a tomar una iniciativa audaz que le genere al partido una buena percepción ante los ojos de los electores, esto es, firmar el “Pacto por México” con el PAN y el PRI a iniciativa del Presidente Peña Nieto. Este pacto ha dado buenos resultados en escasos cinco meses de gobierno; nos referimos a la reforma constitucional al sistema educativo nacional; la reforma a la Ley  de Telecomunicaciones; a la Ley de Amparo; y otras leyes secundarias que recogen viejas demandas de la población.
Esta vez hemos visto un a cúpula perredista  no contestataria; que por cualquier motivo se movía bajo la lógica que el apoyo  a tal o cual reforma que provenga del PRI o de Acción Nacional era traicionar los principios ideológicos.
Desde luego esta luna de miel con el PRI y con el presidente Peña Nieto no será por mucho tiempo. Están en puerta reformas constitucionales como la Energética y Hacendaria en donde podría haber profundas divergencias; luego habrá de enfrentar elecciones en 14 estados de la República en julio próximo. De sus resultados dependerá si cambia o no su estrategia frente al gobierno de Peña Nieto.
En nuestra cultura política pesa más la bolsa electoral que se traduce en recursos económicos, curules y puestos públicos, que en la construcción de un partido de amplia base popular que lo proyecte a gobernar al país. Lamentablemente los partidos de izquierda hoy los vemos  a cada quien jalando por su lado. Es más, el PT hizo  hasta una alianza-electoral con el PRI en Baja California y el PRD seguramente lo hará con el blanquiazul  para ganar votos. Por cierto, ¿qué hace el PRD en Nayarit? Simplemente en la desmovilización total.