López
Obrador decidió finalmente dar un cauce institucional a la demanda de invalidez
de la elección presidencial, una vez que el Tribunal Electoral del Poder
judicial de la Federación reconoció a Enrique Peña Nieto de la coalición PRI-PVEM
como Presidente Electo de la República mexicana.
El candidato
de las izquierdas anunció el pasado domingo en el Zócalo del Distrito Federal,
ante miles de sus seguidores que en “Paz y a mano” se separa del Movimiento
Progresista, integrado por el PRD, PT y Movimiento Ciudadano para continuar por
la lucha de la transformación del país por el Movimiento de Regeneración
Nacional, (MORENA).
Esta separación
del “peje” ya era esperada. Días antes, el líder nacional del PRD, Jesús
Zambrano acompañado por los coordinadores de las bancadas en el Senado de la
República y de la Nueva Legislatura Federal anunció que si bien no comparten la
resolución final del TEPJF acatarán su resolución y las tres bancadas de las
izquierdas harán un solo frente para impulsar su agenda legislativa sustentada
en las propuestas de gobierno que hizo su candidato presidencial.
Por supuesto,
no es deseable la fragmentación de la izquierda mexicana. Sin embargo, ya era
necesario clarificar las líneas programáticas e ideológicas de los partidos de
izquierda.
Fue evidente
que los tres partidos de izquierda sobrevivieron a sus disputas internas
gracias al fuerte liderazgo de López Obrador, quien en las dos contiendas
presidenciales les dio curules y cuantiosos recursos financieros vía
financiamiento público por medio del IFE como nunca en su historia.
Ahora, sin
la figura de López Obrador se verán obligados a reconstruir sus organizaciones,
impulsar a nuevos liderazgos y recuperar su identidad partidista en base a sus
plataformas programáticas y principios ideológicos. De ser partidos electoreros
están obligados a ser la vanguardia del reclamo popular. De otra manera desaparecerán
de la escena política nacional, sobre todo, el PT y Movimiento Ciudadano.
Por su
parte, López Obrador tiene ante si un gran desafío: o MORENA es un frente de
lucha popular o da curso a su movimiento por la vía institucional, es decir, la
fundación de otro partido de izquierda que entre a la competencia electoral.
Lo más
probable que opte por lo segundo. Ese mismo domingo anunció la celebración de
Congresos Estatales para culminar con una gran Asamblea nacional de MORENA en
la Ciudad de México.
Si como lo
afirma que tiene miles de comités en todos los estados de la República no le será
nada difícil cumplir los requisitos que marca el código Federal de
Instituciones y Procedimiento Electorales (COFIPE) para la construcción de un
nuevo partido político; esto es, cumplir con el articulo 24 inciso b) que a la
letra dice: “contar con tres mil afiliados en por lo menos 20 entidades
federativas o bien tener trescientos afiliados en por lo menos 200 distritos
electorales uninominales, los cuales deberán contar con credencial para votar
con fotografía correspondiente a dicha entidad o distrito según sea el caso,
bajo ninguna circunstancia, el numero total de sus afiliados en el país podrá ser
inferior al 0.26% del padrón electoral federal que haya sido utilizado en la elección
federal ordinaria inmediata anterior a la presentación de la solicitud de que se
trate”
La Contradicción
que tendrá que resolver el “peje” es nada menos que el reconocer todas sus facultades
y fallos del IFE, el TEPJF y al Presidente electo Enrique Peña Nieto como
Presidente Electo, dado que obrador, a los primeros los descalificó como
vendidos y poco creíbles y al segundo, como presidente ilegítimo.
Si decide
construir a “MORENA” como partido político tendrá que dejar ese doble discurso que
es inmoral denostar a las instituciones y por otro lado el reconocimiento legal
a su partido político, lo que significa tener acceso a financiamiento público,
espacios en los medios de comunicación y otras prerrogativas que marca la Ley.
¿Cuáles serán
las consecuencias de la irrupción de un nuevo partido político de izquierda en
la próxima recomposición de fuerzas políticas en nuestro país?
Eso será motivo
de una reflexión en una próxima entrega de esta columna.