Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Una vez que concluyó la euforia de la clase política en el
poder por el hecho de haber recapturado al fugitivo narcotraficante más peligroso
del país y declarado por los Estados Unidos como su enemigo número uno surgen
las preguntas que todo ciudadano tendrá en mente; a saber:
¿Dispone el Estado Mexicano de un sistema carcelario de
máxima seguridad como para que no se vuelva a escapar el peligroso delincuente
luego de la escandalosa fuga del capo por dos veces?
Suponiendo que lo tenga y no sea extraditado a los Estados
Unidos los mexicanos tendríamos la oportunidad de conocer el proceso penal al
que se someterá mediante el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio en el
cual se aplicaría el Juicio Oral. De esta manera se transparentaría la administración
y procuración de la justicia, tal y como lo ha prometido el presidente Enrique
Peña Nieto.
¿Por qué la importancia de que se le procese en nuestro país?
En primer lugar porque se pondría a prueba la eficacia o no
de los juicios orales. Si es positivo conoceríamos las numerosas redes de
complicidades que tejió con altos funcionarios, representantes populares y empresarios
que hicieron posible que “el chapo” Guzmán construyera una poderosa empresa
trasnacional que traficaba y comercializaba la droga por todo el mundo.
Es obvio que utilizó diversos
medios para corromper a gobernadores, presidentes municipales, jefes de los
cuerpos policiacos, ministerios públicos y jueces. Sin estas complicidades el “chapo” no hubiera
construido uno de los carteles de la droga más poderosos en la historia de
nuestro país. Por el contrario gozó de impunidad durante años y cuando estuvo
en las cárceles de alta seguridad gozó de enormes privilegios lo que motivó su
fuga.
Ahora bien se presume que con la recaptura del “Chapo” Guzmán
se demostró la eficacia de nuestros cuerpos de Seguridad Nacional. ¿Acaso está
convencida nuestra clase política que con el “chapo” tras las rejas se
desmanteló el cartel sinaloense y, por
ende se concluirán las masacres y
decenas de personas secuestradas y desaparecidas en el triángulo dorado de
Sinaloa, Durango y Chihuahua?
Con el “chapo” y sin el “chapo” el cártel de Sinaloa continua
realizando sus millonarias operaciones de narcóticos ante la incompetencia y la
evidente corrupción de quienes procuran la justicia. Es más, señalan algunos
expertos en seguridad nacional que el “chapo” ha dejado de ser cabeza de mando
de ese cartel, y por el contrario es un estorbo en sus operaciones delictivas.
Es indudable que el “chapo” Guzmán estará más seguro en las cárceles
mexicanas que en la de los Estados Unidos. Su mejor protección es la información
privilegiada que mantiene herméticamente en su memoria, incluso para la clase política
que ha gobernado el país en la última década.
De igual manera es una falacia el hecho de afirmar que
descabezando a los carteles de la droga disminuye la violencia armada en
nuestro país.
Por el contrario al desarticularlos lo que genera son cientos
de pequeñas organizaciones más violentas que no solo se disputan sangrientamente
el mercado de la droga en nuestro país sino que diversifican sus operaciones
delictivas como el secuestro, la extorsión y el tráfico de blancas.
En tanto no se depuren nuestras instituciones responsables de
procurar y administrar la justicia y se castigue a los servidores públicos
corruptos que venden impunidad a las bandas del crimen organizado y se continúe
profundizándose la desigualdad social que genera millones de pobres, día a día surgirán
más chapos en nuestro país. La pobreza y un futuro incierto de nuestra juventud
es el caldo de cultivo de las bandas delincuenciales en nuestra nación…