Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Es común que luego de una derrota electoral anunciada los
liderazgos miopes a la realidad busquen encontrar responsables para expiar sus
propias culpas.
Este es el caso del actual presidente estatal del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Díaz. El lunes pasado convocó a una
conferencia de prensa en la que lejos de esforzarse por hacer un ejercicio
crítico y autocrítico de las principales causas que originaron la debacle
electoral de su partido en la elección presidencial, en el Congreso de la Unión
y en las nueve gubernaturas y particularmente Nayarit en donde perdió ese
instituto político los tres distritos federales y la fórmula al Senado de la
República.
El líder estatal optó por lo más fácil, la de echarle la
culpa a los priístas que supuestamente traicionaron al partido al operar a favor de Morena o de los panistas-perredistas.
A esa mea culpa el Sr. Díaz urgió una investigación de
señalar quienes fueron los traidores a
los que había de someterlos a un proceso de expulsión ante la Comisión Nacional
de Justicia partidaria. ¿Quién será el que aviente la primera piedra?
Lo comentó con ironía nuestro colega y amigo el periodista de
radio Rafael González cuando señaló que de aplicarse esa sanción el PRI se
quedaría sin militantes.
En efecto en Nayarit las estructuras territoriales del
priísmo en los tres distritos federales quedaron pespelacas. Sus liderazgos
municipales quedaron borrados; gran parte de su militancia rural migró a
Morena. Los números lo confirman. El 63% de los votos efectivos apoyaron a
López Obrador, o sea, nuestra entidad fue la tercera votación más alta que
logró el político tabasqueño en todo el país. En consecuencia esta alta
votación favoreció el triunfo de todos los candidatos de la alianza “Juntos
Haremos Historia” en nuestro estado…
¿Quién
traicionó a quién?-EL líder estatal del PRI asume la política del
avestruz en tiempo de tempestad. La militancia priísta nayarita y del resto del
país fue burlada, traicionada y manipulada por la imposición descarada de la candidatura
del Dr. José Antonio Meade como su candidato presidencial; es decir, a un
personaje tecnocrático totalmente ajeno a los sentimientos más profundos de
militantes de cepa. Y por si fuera poco los candidatos a diputados y diputadas
federales y la fórmula al senado de la república fueron los mismos que saltan
de un puesto a otro.
Agreguemos a estas burdas imposiciones de candidatos la irritación
popular por las trapacerías de gobernantes priístas corruptos, el desvío de
fondos públicos de altos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto a sus
chequeras personales, la creciente violencia del crimen organizado y la
oprobiosa desigualdad social en donde más de 50 millones de personas viven en
condiciones de pobreza en tanto que la riqueza nacional es acumulada por una minoría
privilegiada.
Esta masa popular cobró factura al tricolor al reducir dramáticamente
su fuerza política en esta última elección.
Echarles la culpa de este debacle electoral a unos supuestos “traidores”
es como escupir al cielo.
Que el líder estatal del PRI no le busque cinco patas al
gato. Estos son los agravios que se cobraron los priístas al sufragar por el
proyecto político social lopezobradorista. Este mismo fenómeno ocurrió en todo
el país. Fue tal la erosión del tricolor que hoy será la quinta fuerza política
electoral…
¿Qué hacer
frente esta nueva realidad?-Tanto el tricolor, el blanquiazul y el partido del
Sol Azteca se verán obligados a renovar sus viejos liderazgos, recuperar sus
principios ideológicos y programáticos, democratizar sus estructuras de
dirección interna de manera que su militancia recupere su mística partidaria, o
sea, liquidar las nomenclaturas que usufructuaron durante décadas vorazmente a
esas organizaciones políticas conduciéndolas a su actual crisis de credibilidad
ciudadana, sobre todo el PRI y el PRD quienes dejaron despojos en el país por
el tsunami lopezobradorista…