lunes, 19 de marzo de 2012

EL PEZ POR SU BOCA MUERE

No es para alegrarse que el movimiento de izquierda en nuestro país esté anclado en sus contradicciones internas. Preocupa porque no hay signos a la vista que en los próximos 3 meses de campaña electoral el candidato de las izquierdas siquiera pueda alcanzar a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, menos al candidato del tricolor, Enrique Peña Nieto.
Andrés Manuel López Obrador incurrió en dos dislates durante la pasada semana que refleja su impotencia para ganar adeptos a su “Movimiento Progresista”. El primero de ellos fue en un encuentro con los empresarios afiliados a la COPARMEX. Luego de echarse un rollo sobre las bondades de su “república amorosa”, en donde todos caben no importando condición económica o credo ideológico, uno de los empresarios encaró al político tabasqueño al recordarle que en su libro “Nuevo Proyecto de Nación” califica a los empresarios de México como voraces, corruptos y enemigos del cambio.

López Obrador se desconcertó ante tal pregunta y solo pudo responder con una salida infantil y poco creíble; palabras más, palabras menos dijo que esas afirmaciones las redactaron otros; que él solo redactó el prólogo. ¿Qué confianza inspirará un político que niega la cruz de su parroquia?

El otro error en el que incurrió el ex Jefe de Gobierno del Distrito Federal fue cuando durante su toma de protesta como candidato oficial del PRD dejó entrever que ahora hay que mandar al diablo a las ideologías parodiando aquella frase que pronunciara hace 6 años cuando perdió la Presidencia de la República al llamar a miles de sus seguidores que llenaron el Zócalo de la Ciudad de México a “mandar al diablo a las instituciones”.

Esta nueva conducta del “peje” demuestra que en su agitada campaña por alcanzar la silla presidencial en julio próximo ya no serán los principios ideológicos y programáticos de izquierda los que deben ser la guía y sus compromisos de campaña para ganar el apoyo de millones de mexicanos; ahora le apuesta a un discurso rosa, pragmático, que le guste a pobres y ricos; a patrones y trabajadores. Es como ofertar una mercancía china: bonita, barata, pero de mala calidad. Lo que importa es venderla en el mercado electoral.

El otro problema que aun no ha resuelto con éxito y que le dará fuertes dolores de cabeza es nada menos que el terrible manoseo de sus aliados del PT, Movimiento Ciudadano y en el PRD por las candidaturas al Senado de la República y a la Legislatura Federal. Las tribus del PRD pretenden quedarse con la mayor parte del pastel; pero en la lucha interna del Partido del Sol Azteca, la corriente de los “chuchos” está agandallando debido a que tiene controlado  la mayoría de los Consejos Políticos Estatales y en el Consejo Nacional, lo que ha devenido en un pleito de perros y gatos, porque nadie se traga el cuento que serán las encuestas las que determinarán la mayoría de las candidaturas.

A un numeroso grupo de aspirantes al Congreso de la Unión poco les importa si López Obrador pierde la elección presidencial; lo que calienta sus cabezas es asegurase una buena posición que les garantice su acceso a una curul que les dará poder y prebendas durante su ejercicio como diputados federales o senadores. El camino más fácil es colgarse a los pies de López Obrador.

Por ejemplo, aquí en Nayarit, las izquierdas están desdibujadas desde hace 12 años. El PT y Partido ex Convergencia solo son membretes. Carecen de presencia política como consecuencia de un largo y nocivo cacicazgo de Jaime Cervantes y del saqueo brutal que hizo la familia Paredes del partido de Dante Delgado.

En tanto que en el PRD en Nayarit, no solo está inmovilizado sino que continúa siendo rehén y patrimonio familiar del grupo naranjista, quienes desde hace décadas se alternan la dirección estatal entre los clanes de Arturo Marmolejo, los Nachos Ponce y los Rodrigos González Barrios.

Fuera de ellos, nadie ha logrado entrar a ese círculo de poder patrimonialista. Aquellos militantes o nuevos cuadros políticos que cuestionan estas prácticas clientelares son marginados maquiavélicamente del partido.

Si en alguna elección estatal o federal el PRD en Nayarit logró grandes dividendos electorales en ayuntamientos y en el Congreso estatal o federal ha sido a que sus dirigentes se colgaron de candidatos de procedencia ex priista o del sector empresarial como, por ejemplo, de Antonio Echevarría Domínguez, Miguel Ángel Navarro Quintero, Justino Ávila Arce, Ernesto Navarro, María Eugenia Jiménez, y más recientemente de Martha Elena García. Hasta hoy ninguno de los cuadros naranjistas, ni el mismo Guadalupe ha logrado un escaño por el voto popular. Siempre agandallan los primeros lugares de las listas plurinominales. Que ironía del destino: los “chuchos” y López Obrador por primera vez coinciden: “al diablo, la ideología”.