Por Francisco Cruz Angulo
Estamos a unos cuantos
días de que se realicen 14 elecciones estatales en donde estarán en disputa
presidencias municipales, diputaciones locales y la gubernatura de Baja
California norte, hoy en manos de panistas desde 1989.
Tienen relevancia estos procesos electorales porque medirá el
posicionamiento de cada uno de los partidos políticos luego de las elecciones
presidenciales en donde ganó el candidato del PRI Enrique Peña Nieto.
A partir del triunfo del candidato priista sus dos
competidores más importantes PAN y PRD enfrentan divisiones internas que han
debilitado su estructura territorial.
El blanquiazul vive la peor crisis de su historia. Su actual
dirigencia nacional encabezada por Gustavo Madero enfrenta el embate de la
corriente calderonista cuya cabeza más visible es el senador de la república,
Ernesto Cordero.
Esta corriente del ex presidente Felipe Calderón acusa a su
dirigente nacional del blanquiazul de estarle engordando el caldo a Peña Nieto
con el “Pacto por México”. Subraya el legislador panista que se dejó de lado la
agenda política de Acción Nacional al treparse al carro de la agenda del
tricolor.
Estas controversias entre panistas doctrinarios y neopanistas
hizo imposible realizar una reforma a los Estatutos y Programa de Acción del
partido. Una y otra asamblea nacional fueron boicoteadas por los contrarios a
las posiciones de Gustavo Madero.
Como es del dominio público estas pugnas internas hicieron
crisis en la bancada de los senadores panistas cuando su entonces coordinador
Ernesto Cordero se sacó de la manga un proyecto de reforma política-electoral
apoyado por 23 senadores afines y senadores del PRD y, lo que es peor, sin
consultarlo previamente con su dirigente nacional Gustavo Madero, lo que provocó su enojo y lo desconoció de facto.
Esta acción de insubordinación trajo de inmediato una
respuesta: Ernesto Cordero fue separado del cargo como coordinador de la
bancada panista. Las reacciones consecuentes todos las conocemos: ambos grupos
se sacaron sus trapitos sucios al sol; exhibieron sus flaquezas y sus
ambiciones y dejaron escapar el tufo de la corrupción y de la falta de
rendición de cuentas de los recursos públicos.
El panismo territorialmente está dividido; carece de fuertes
y prestigiados liderazgos. Está prácticamente desmantelado. Dice alguien de sus
correligionarios que el poder presidencial los pudrió.
Los partidos de izquierda se la están jugando el próximo
domingo 7 de julio en las elecciones locales, sobre todo el PT y el Movimiento
Ciudadano (antes Convergencia) ya que siempre giraron como satélite del PRD y
del movimiento lopezobradorista.
En esta elección los tres partidos disque de izquierda dejaron
de lado sus principios ideológicos y en un claro pragmatismo el PT pactó una
alianza con el PRI en el municipio de
Durango, en tanto que el partido (Movimiento Ciudadano) hizo lo propio con el
tricolor en Chihuahua. Por su parte el partido del Sol Azteca volvió a su misma
estrategia de pactar alianzas con el PAN que tan buenos resultados le dio hace
seis años en varias gubernaturas de los estados de Oaxaca, Puebla, Guerrero y
Sinaloa.
El problema que enfrentará el PRD es su carencia de una
estructura territorial nacional. Podemos decir que su fuerza electoral radica
en el Distrito Federal y en el estado de Morelos. Gran parte de su membresía
nacional se la llevó López Obrador a su partido Movimiento de Regeneración
Nacional (MORENA).
Los actuales dirigentes del PRD no podrán presumir que de los
14.5 millones de votos que sacó López Obrador en el pasada elección presidencial
un gran porcentaje corresponde a candidatos d partido del Sol Azteca afines a
los “chuchos”. Sin López Obrador en las
boletas electorales el 7 de julio
podremos ver que tanto peso electoral tendrán los candidatos de la alianza PRD-PAN
antes los electores.
Si bien es cierto que a los “chuchos” les ha ido muy bien en
el “Pacto por México” porque desde allí construyen acuerdos con el PRI, PAN y
el presidente Enrique Peña Nieto para pactar acuerdos de la agenda de izquierda
como lo es la reforma Educativa y de Telecomunicaciones que sin duda
modernizará al país. Sin embargo, de sacar magros resultados electorales en la
contienda próxima debilitará su posición de fuerza en el cuerpo colegiado del “Pacto
por México”. No obstante todavía podrá seguir siendo interlocutor válido hasta
el 2015 cuando se renueve la Legislatura Federal.
Por su parte el PRI va en caballo de hacienda. Pese a que
pactó un blindaje para evitar el uso de recursos públicos en las campañas
electorales, todo quedó en papel. Los gobernadores siguen haciendo de las
suyas. Burlan la Ley y apoyan discrecionalmente a los candidatos priistas.
Los partidos de oposición deben tomarle la palabra a Peña
Nieto documentando todas las irregularidades ante los órganos electorales. Peña
Nieto como jefe político de su partido
sí puede promover ante los órganos jurisdiccionales de su partido un
castigo ejemplar para quienes violentan la Ley. El juez, por su casa empieza. Veremos.