jueves, 19 de julio de 2012

PEÑA NIETO AGARRA EL TORO POR LOS CUERNOS

Enrique Peña Nieto, candidato triunfador en la pasada competencia presidencial por más de 19 millones de votos, obligado por las circunstancias en las cuales el candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador solicitó al TRIFE la invalidez de el triunfo electoral del candidato priista por distintas causales, entre las que destacan: inequidad en la competencia; rebase en los topes de gastos de campañas; coacción y compra del voto; acarreo de electores a las urnas; utilizar empresas en donde se lava dinero procedente del crimen organizado. Todas estas acusaciones han sido desmentidas una y otra vez por la dirigencia nacional del PRI, por lo que el cuasi Presidente de la República decidió tomar el toro por los cuernos.
La primera iniciativa que tomó fue justamente el problema de la transparencia en el uso del poder y de los recursos públicos en las diferentes instancias del gobierno.

Si el problema de la inequidad en los procesos electorales debido a que se utilizan ilegalmente los recursos públicos a favor de tal o cual candidato, pues entonces es necesario poner sobre la mesa los instrumentos jurídicos para impedir esas prácticas nocivas y recurrentes que vician de origen los procesos electorales.

Peña Nieto presentó en días pasados durante una conferencia de prensa 3 propuestas de Reforma Constitucional que se iniciarían a debatir una vez que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratifique el triunfo del político mexiquense.

La primera reforma es la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción que será un órgano con autonomía constitucional y facultades para investigar y sancionar actos de corrupción en los 3 órdenes de gobierno y en los 3 poderes de la unión. Involucrará al Poder Judicial, Legislativo y el IFAI.

La segunda reforma es el fortalecimiento de la transparencia, es decir, dotar al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) de competencia en asuntos de transparencia de los estados, municipios, Poder Legislativo y Judicial.

La tercera reforma será la creación de una instancia reguladora de contratación de publicidad mediante un organismo ciudadano y autónomo que supervise la contratación de publicidad entre los gobiernos y los medios de comunicación, con el propósito de que la información que los gobiernos den a conocer se apegue a los principios de utilidad.

Esas tres propuestas de reforma constitucional recogen sustancialmente las demandas de los candidatos presidenciales del PAN y del Movimiento Progresista, esto es, combatir la corrupción, la opacidad en el uso de los recursos públicos en los procesos electorales, el lavado de dinero y las relaciones de contubernio o de manipulación de la información en los medios de comunicación a favor del tal o cual candidato.

Una vez concluida la calificación de todo el proceso electivo del pasado 01 de julio, todas las fuerzas políticas están obligadas a debatir esas 3 propuestas de reforma constitucional, no para allanarle el camino a Peña Nieto en su toma de posesión sino por que es necesario para la consolidación de nuestro sistema democrático presidencial.

Desde hace décadas se venia postergando atacar de fondo la corrupción pública y privada que permea a los 3 niveles de gobierno, a los partidos políticos, a los sindicatos e incluso a nuestras Fuerzas Armadas.

El movimiento lopezobradorista y los partidos de izquierda, con ese enorme apoyo popular de más de 15.5 millones de ciudadanos que serán representados en el Congreso de la Unión deben ser el eje de las negociaciones para que esas reformas y sus leyes reglamentarias no se vayan a quedar en letra muerta. Sería fatal para la izquierda mexicana dejar en manos del PRI y PAN determinar el alcance real de esas tres reformas.

Sea cual sea el resultado que determine el TRIFE sobre la calificación del pasado proceso electoral, los tres partidos más importantes de nuestro país están obligados a dar resultados a corto y a mediano plazo sobre los problemas prioritarios de la nación. Sería desastroso empecinarse en poner contra la pared a nuestras instituciones aduciendo que no hicieron bien su trabajo por supuestas complicidades, difíciles de comprobar.

Si el actual sistema normativo electoral acusó deficiencias que ensuciaron la competencia electoral, pues entonces todos los partidos, representados en el Congreso de la Unión, a partir de esta experiencia será necesario articular una nueva reforma electoral, tal y como se hizo en el 2007. No es posible que cada una de las instituciones partidistas pretendan imponer una Ley a modo de sus intereses. ¿Entonces en donde quedará la pluralidad que mandataron más de 50 millones de ciudadanos en las urnas el pasado 01 de julio?