miércoles, 27 de junio de 2012

UN DÍA DESPUÉS DE LOS COMICIOS…

Solo un tsunami popular a favor de López Obrador o una muerte súbita del candidato presidencial del PRI-PVEM  impediría que Enrique Peña Nieto sea electo el próximo 01 de julio como el Jefe del Poder Ejecutivo Federal. Hasta el día de hoy, el promedio de todas las encuestas así lo señalan, así como prestigiados  analistas políticos de la vida nacional.
Se estima que votarán alrededor del 60 al 65% de un padrón de 79 millones 500 mil ciudadanos  De este porcentaje el priista Enrique Peña Nieto sufragarán a su favor entre el 43 al 47%; por López Obrador entre el 25 al 29%; y por Josefina Vázquez Mota del 23 al 27%, tomando en cuenta los márgenes de error. Empero, la moneda está en el aire entre el segundo y tercer lugar, lo cual tiene relevancia porque si lo ocupa este último lugar la candidata del blanquiazul   sería un revés político al partido gobernante que preside Felipe Calderón.

Según información proporcionada por el Instituto Federal Electoral (IFE), la jornada electiva del próximo domingo estará blindada de cualquier intento de fraude. Desde las 8 horas con la instalación de las 143 mil casillas el proceso electivo estará en manos de un millón de ciudadanos seleccionados con meses de antelación y al azar, los que serán responsables de que el  sufragio sea ejercido de manera libre y transparente en las urnas; y una vez concluida la jornada electoral contar bien los votos con la supervisión de dos millones de representantes de casillas de los 7 partidos políticos que compiten. Además estarán presentes miles de observadores nacionales y extranjeros, lo que dará más certidumbre a la jornada electoral.

La gran incógnita será como reaccionarán los 3 candidatos presidenciales más competitivos y sus partidos políticos, una vez que el vocal ejecutivo del IFE dé a conocer los resultados del conteo rápido una hora antes de la media noche.

Si bien los 4 candidatos presidenciales se comprometieron a respetar la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas, eso no es garantía que lo harán los que se disputan el segundo lugar. El candidato de las izquierdas afirma vehementemente que será el triunfador y esta misma cantaleta la repite la candidata del blanquiazul.

No hay duda que la conducta de ambos estará determinada por el porcentaje de la votación que saque Peña Nieto. Si es por más de 10 puntos difícilmente podrán argumentar que hubo fraude. Tal vez impugnarán la elección por algunas irregularidades antes de la votación como el acarreo de gente a las urnas o la coacción del voto por medio de dadivas o exceso en el gasto de campaña (práctica común de todos los partidos políticos), pero no suficiente como para demandar la anulación de los comicios.

El candidato del Movimiento Progresista es el que despierta mayor expectación. Si pierde con más de 15 puntos, uno se pregunta si reconocerá la calificación de las autoridades electorales  y el triunfo de su adversario priista; y que toda su fuerza política electoral la ejercerá con altura de miras para impulsar sus propuestas de gobierno en la próxima administración federal; o si asumirá la misma conducta beligerante de mandar al diablo a las instituciones y llamar a sus seguidores a tomar las calles y los edificios públicos alegando tercamente que le hicieron fraude.

De optar por el no  reconocimiento al vencedor sería un suicidio político para él y los partidos que lo apoyan. La realidad jamás podrá ajustarse a convicciones personales aun sean de un líder carismático como López Obrador. El actual sistema político mexicano debe transformarse, pero no como un acto voluntarista sino a partir de un nuevo proyecto de nación que esté sustentado y legitimado por la mayoría  de los ciudadanos en las urnas.

A juzgar por las encuestas, si López Obrador o Josefina Vázquez Mota no lograron meter su proyecto de gobierno en la mente y en el corazón de los millones de mexicanos que votarán a favor del regreso del PRI  a Los Pinos habría que preguntarse en donde fallaron sus organizaciones políticas; y el por qué a pesar de los discursos incendiarios de sus candidatos en las plazas públicas, esta vez no lograrán detener al PRI rumbo a la silla presidencial  después de 12 años de gobiernos panistas.   

Ahora, en el hipotético caso que López Obrador o Josefina Vázquez Mota ganaran la elección presidencial contra todos los pronósticos hasta ahora hechos, entonces quedaría al desnudo que nuestra incipiente democracia continua siendo rehén de los poderes fácticos que están atrás de la vieja burocracia priista, lo cual es sumamente espeluznante.