miércoles, 16 de enero de 2013

EN MORENA, EL DESTINO POLÍTICO DE LÓPEZ OBRADOR


El líder real del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Andrés Manuel López Obrador es previsible en su discurso político sustentado en su concepción moralista que  la lucha es entre los malos  que son la mafia política que domina al país y los buenos que son los pobres, que nada lo tienen y por ese solo hecho se debe transformar a fondo las instituciones públicas que hoy existen en nuestro país.
Esta estrategia le ha dado muy buenos resultados. En las dos últimas elecciones presidenciales sufragaron por su candidatura un promedio de 15 millones de mexicanos.
Según estudios de sondeos de opinión, en la primera elección presidencial que compitió, hablamos en la del 2006, obtuvo el voto mayoritario en las zonas marginadas del país, sobre todo el voto verde y adultos mayores  de 60 años en las zonas marginadas de las zonas urbanas.
En cambio, en el 2012 decreció el voto a su favor en las zonas rurales, pero creció enormemente en las clases medias de la población y sorpresivamente gran parte atrajo el voto de miles de jóvenes de las universidades públicas y privadas.
El discurso contestatario y cuasi mesiánico que iba a salvar al país tuvieron sus causas en varias variables que permearon su campaña presidencial.
Uno.- el estado generalizado de violencia a consecuencia de la guerra fallida del ex presidente Felipe Calderón en contra del hampa organizada. La violencia en las calles generó miedos, inestabilidad e incertidumbre por un futuro incierto.
En consecuencia se incrementó la pobreza debido al desempleo; la corrupción y la impunidad fueron la constante en las instituciones públicas y en los órganos de administración  y procuración de la justicia. En suma: los criminales de la droga se apoderaron de medio territorio nacional en  complicidad con gobernadores, alcaldes, ministerios públicos, jueces y altos funcionarios federales.
Esta situación de vulnerabilidad social impactó gravemente en las clases medias que sintieron  en carne propia como se derrumbaban sus niveles de bienestar y miraban aterrados como se acercaban a los umbrales de la pobreza.
Los jóvenes por igual: la incertidumbre que una vez egresados de las universidades vieron distante sus expectativas de un buen empleo.
Esta polarización de los niveles de vida de más pobres y pocos millonarios fue interpretado correctamente por el político tabasqueño durante su campaña presidencial.
¿Por qué perdió la presidencia de la República López Obrador el franco de los pobres? porque lo ganó la soberbia al pensar que lo seguirían a ciegas con el canto de  las sirenas.
Los estrategas del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto orientaron sus propuestas de gobierno a comprometerse  a otorgar  seguridad pública a todos los sectores de la población; a reactivar la economía en el campo y en la ciudad para generar más empleos; se comprometió a romper ese círculo perverso entre el SNTE y el Gobierno Federal para mejorar la calidad de la educación; a integrar el sistema nacional de seguridad social; a combatir la pobreza; a sancionar la corrupción y la impunidad en entidades federativas, municipios, Congreso de la Unión, instituciones federales y órganos descentralizados de gobierno.
En vez de polarizar a la sociedad mexicana llamó a la concordia respetando la pluralidad ideológica en un gran esfuerzo de reconstruir a nuestro país. Es decir despertó la esperanza en más de 19 millones de mexicanos, entre ellos, los pobres.
Por supuesto,  lo anterior no quiere decir que seamos ingenuos al discurso mediático de Peña Nieto y que sea una garantía que en 6 años se terminarán todos los problemas de nuestra nación. Dependerá que en este esfuerzo contribuyan todos los protagonistas de la sociedad: Congreso de la Unión, Partidos políticos, el sector empresarial, organizaciones civiles, universidades y el compromiso de la ciudadanía para involucrarse activamente en las tareas de la recuperación económica y en la edificación de una nueva cultura democrática que implique la corresponsabilidad de todos.
En este gran esfuerzo López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) podría contribuir a la unidad en la diversidad, y no polarizando a los distintos sectores de la sociedad mexicana. Si realmente el “peje” lucha por la transformación de nuestra nación y acabar con las desigualdades sociales entonces hay que sumar esfuerzos en donde todos coincidamos. Rechazarlos a priori es una necedad.
No dudo que MORENA logre su registro como Partido político este año. Su presidente nacional Martí Batres prometió afiliar a un millón quinientos mil ciudadanos. Sin embargo tendrá que  observar las reglas del juego electoral. Entonces no hay porqué desacreditar a las instituciones electorales o mandar al diablo todas las iniciativas y acuerdos que logran el Ejecutivo Federal, el Congreso de la Unión y los partidos políticos, sobre todo cuando algunas de ellas recogen viejas demandas de la izquierda mexicana.
Obcecarse en esta posición descalificadora deja ver un profundo sectarismo ideológico que no reconoce nuestra pluralidad democrática. En su pecado llevará la penitencia.