El líder real del Movimiento de Regeneración Nacional
(MORENA), Andrés Manuel López Obrador es previsible en su discurso político sustentado
en su concepción moralista que la lucha
es entre los malos que son la mafia
política que domina al país y los buenos que son los pobres, que nada lo tienen
y por ese solo hecho se debe transformar a fondo las instituciones públicas que
hoy existen en nuestro país.
Esta estrategia le ha dado muy buenos resultados. En las dos
últimas elecciones presidenciales sufragaron por su candidatura un promedio de
15 millones de mexicanos.
Según estudios de sondeos de opinión, en la primera elección
presidencial que compitió, hablamos en la del 2006, obtuvo el voto mayoritario
en las zonas marginadas del país, sobre todo el voto verde y adultos mayores de 60 años en las zonas marginadas de las
zonas urbanas.
En cambio, en el 2012 decreció el voto a su favor en las
zonas rurales, pero creció enormemente en las clases medias de la población y
sorpresivamente gran parte atrajo el voto de miles de jóvenes de las
universidades públicas y privadas.
El discurso contestatario y cuasi mesiánico que iba a salvar
al país tuvieron sus causas en varias variables que permearon su campaña
presidencial.
Uno.- el estado generalizado de violencia a consecuencia de
la guerra fallida del ex presidente Felipe Calderón en contra del hampa
organizada. La violencia en las calles generó miedos, inestabilidad e
incertidumbre por un futuro incierto.
En consecuencia se incrementó la pobreza debido al desempleo;
la corrupción y la impunidad fueron la constante en las instituciones públicas
y en los órganos de administración y
procuración de la justicia. En suma: los criminales de la droga se apoderaron
de medio territorio nacional en
complicidad con gobernadores, alcaldes, ministerios públicos, jueces y
altos funcionarios federales.
Esta situación de vulnerabilidad social impactó gravemente en
las clases medias que sintieron en carne
propia como se derrumbaban sus niveles de bienestar y miraban aterrados como se
acercaban a los umbrales de la pobreza.
Los jóvenes por igual: la incertidumbre que una vez egresados
de las universidades vieron distante sus expectativas de un buen empleo.
Esta polarización de los niveles de vida de más pobres y
pocos millonarios fue interpretado correctamente por el político tabasqueño durante
su campaña presidencial.
¿Por qué perdió la presidencia de la República López Obrador
el franco de los pobres? porque lo ganó la soberbia al pensar que lo seguirían
a ciegas con el canto de las sirenas.
Los estrategas del actual presidente de México, Enrique Peña
Nieto orientaron sus propuestas de gobierno a comprometerse a otorgar
seguridad pública a todos los sectores de la población; a reactivar la
economía en el campo y en la ciudad para generar más empleos; se comprometió a
romper ese círculo perverso entre el SNTE y el Gobierno Federal para mejorar la
calidad de la educación; a integrar el sistema nacional de seguridad social; a
combatir la pobreza; a sancionar la corrupción y la impunidad en entidades
federativas, municipios, Congreso de la Unión, instituciones federales y
órganos descentralizados de gobierno.
En vez de polarizar a la sociedad mexicana llamó a la
concordia respetando la pluralidad ideológica en un gran esfuerzo de
reconstruir a nuestro país. Es decir despertó la esperanza en más de 19
millones de mexicanos, entre ellos, los pobres.
Por supuesto, lo
anterior no quiere decir que seamos ingenuos al discurso mediático de Peña
Nieto y que sea una garantía que en 6 años se terminarán todos los problemas de
nuestra nación. Dependerá que en este esfuerzo contribuyan todos los
protagonistas de la sociedad: Congreso de la Unión, Partidos políticos, el
sector empresarial, organizaciones civiles, universidades y el compromiso de la
ciudadanía para involucrarse activamente en las tareas de la recuperación
económica y en la edificación de una nueva cultura democrática que implique la
corresponsabilidad de todos.
En este gran esfuerzo López Obrador y su Movimiento de
Regeneración Nacional (MORENA) podría contribuir a la unidad en la
diversidad, y no polarizando a los distintos sectores de la sociedad mexicana.
Si realmente el “peje” lucha por la transformación de nuestra nación y acabar
con las desigualdades sociales entonces hay que sumar esfuerzos en donde todos
coincidamos. Rechazarlos a priori es una necedad.
No dudo que MORENA logre su registro como Partido político
este año. Su presidente nacional Martí Batres prometió afiliar a un millón
quinientos mil ciudadanos. Sin embargo tendrá que observar las reglas del juego electoral.
Entonces no hay porqué desacreditar a las instituciones electorales o mandar al
diablo todas las iniciativas y acuerdos que logran el Ejecutivo Federal, el
Congreso de la Unión y los partidos políticos, sobre todo cuando algunas de
ellas recogen viejas demandas de la izquierda mexicana.
Obcecarse en esta posición descalificadora deja ver un
profundo sectarismo ideológico que no reconoce nuestra pluralidad democrática.
En su pecado llevará la penitencia.