Por Francisco Cruz Angulo
En el ánimo popular existe la creencia que los políticos
llegan al puesto solo para disfrutar del poder y con ello obtener prebendas
para llevar una vida holgada al lado de sus familiares.
Es tal su cinismo que hasta presumen sus excesos. Tales son
los casos de el ex gobernador de Tabasco, Andrés Granier; del ex gobernador de
Puebla, Mario Marín Torres, quien para quedar bien con un empresario libanés (que
por cierto resultó juzgado por corruptor de menores) diciéndole por teléfono
que le pondrían unos “putazos” a una defensora de los Derechos Humanos. Otro
presunto delincuente es el ex gobernador de Aguascalientes Luis Armando Reynoso
quien es señalado por haberse robado un tomógrafo por un valor de 15 millones
de pesos.
El caso Granier es el más emblemático. La semana pasada fue
puesto a disposición de un juez en una cárcel de la Ciudad de México por su
presunta responsabilidad de lavado de dinero y defraudación fiscal por más de
2.5 millones de pesos. Estos delitos son de jurisdicción federal.
Es tal el cinismo de sus abogados que deliberan la conveniencia
de pagar los 2.5 millones al fisco federal; o sea, admiten que el químico
Granier incurrió deliberadamente en el delito de evasión de impuestos, pero
como disponen de dinero buscan pagar y borrón y cuenta nueva. Esperemos que las autoridades fiscales de la
Nación no dejen sin castigo ese delito.
Sin embargo el delito de adquisición de bienes con dinero de procedencia
ilícita será difícil que eluda su responsabilidad.
En la fiscalía del Gobierno de Tabasco están compareciendo
varios ex funcionarios de la administración de Granier. En su mayoría eluden su
responsabilidad en el saqueo de la Hacienda Estatal y echan la culpa al ex
secretario de finanzas y el de Egresos, así como al ex gobernador Granier. Con
pelos y señales dan cuenta el modus operandi de estos corruptos servidores
públicos para desviar recursos de la federación destinados a salud a sus
cuentas personales y acumular un guardadito de más de 70 millones de pesos que
fueron localizados en una casa de seguridad.
La buena estrella del químico Granier está en declive. Agobiado
por una enfermedad del corazón ahora está a punto de ser procesado como vulgar
delincuente que le valdrá varios años de cárcel al lado de la otra corrupta ex
dirigente sindical Elba Esther Gordillo.
Este político vanidoso y ambicioso quedó huérfano hasta de su
propio partido, el PRI. La cúpula priista lo echó de su rebaño.
En estas mismas circunstancias vive el ex gobernador de
Aguascalientes, el ex panista Luis Armando Reynoso el que está acusado de haberse
quedado con 15 millones de pesos que eran para la compra de un tomógrafo para
un hospital estatal. Probablemente para cuando se publique esta columna el ex
mandatario ya esté en la cárcel; ahora anda huyendo como un vulgar fugitivo.
Esta política en contra de la corrupción del presidente Peña
Nieto es incompleta. La acción de la justicia debe alcanzar a otros ex
gobernadores que dejaron endeudados a sus entidades a consecuencia de la
corrupción y la desviación de recursos públicos a sus chequeras personales.
Estos son los casos más sonados: los ex gobernadores, Coahuila, Sonora, San
Luis Potosí, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Nayarit. Por salud pública la
Procuraduría General de la República debería buscar en el lodazal que dejaron
esos corruptos servidores públicos. De esta manera se pondría coto a
gobernadores que actúan como se administraran un rancho de su propiedad.