domingo, 6 de mayo de 2012

CIRCO, MAROMA Y TEATRO EN EL PAN

El hecho de que la “potranca azul” Ivideliza Reyes anunciara en días pasados que reconsideró su candidatura en la fórmula al Senado de la República encabezada por la señora Martha Elena García Gómez, eso no garantiza en modo alguno que se potencie la campaña electoral del Partido Acción Nacional con grandes probabilidades de ganar a los candidatos del PRI.

Las desavenencias internas en el blanquiazul no pueden borrarse de la noche a la mañana. El encontronazo de su corriente con la dirigencia panista estatal cooptada por los subordinados al Grupo Álica dejaron sembradas descalificaciones, resentimientos, dudas y desconfianza que, quieran o no, permearán las relaciones entre ambos grupos que se disputan el control del partido. Esto se reflejará en las acciones de campaña y en el comportamiento de   los electores simpatizantes. A la que menos le preocupa ganar es a la señora Martha Elena García porque de antemano sabe que está amarrada a un escaño en el Senado de la República. Además no es tan ingénua como para dejar pasar a su compañera de fórmula que de llegar a la cámara alta del Congreso de la Unión se proyectaría como la más probable candidata a gobernadora del Estado en el 2018.

Ivideliza equivocó su estrategia. Se dejó llevar por el hígado. Su fugaz movimiento en contra del dirigente estatal Ramón Cambero no le dejó un saldo positivo. Exhibió a sus adversarios y a ella misma como políticos inmaduros e inconsecuentes, más interesados por sus intereses personales que los de su partido.

Ahora la “potranca azul” tendrá que navegar contra corriente. Probablemente la hicieron reconsiderar su vuelta a la candidatura desde el CEN del blanquiazul con el propósito de ganar votos a favor de la alicaída campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota, que no remonta en la mayoría de las encuestas de preferencias electorales.

Lo que más daño hace a los candidatos a la presidencia de la República, tanto en el PAN como en el Movimiento Progresista que encabeza Andrés Manuel López obrador es precisamente la división de sus corrientes internas que no lograron llegar unidos una vez que se eligieron o designaron a los candidatos a todos los puestos de elección popular.

Si a lo anterior agregamos las malas estrategias para enfrentar al puntero priista Enrique Peña Nieto se explica el por qué el candidato del PRI se mantiene arriba por más de 20 puntos en la intención del voto respecto a su más  cercana competidora, Josefina Vázquez Mota. Una prueba de que la unidad interna es vital para ser competitivos lo demuestra el PRI en el escenario nacional y el PRD en el Distrito Federal.

En la Ciudad de México, el candidato al gobierno del DF por el Movimiento Progresista, Miguel Ángel Mancera puntea en las preferencias por más de 20 puntos respecto a Beatriz Paredes, la candidata del tricolor. Las razones son las siguientes: una, el Revolucionario Institucional en el DF está fracturado desde cuando ganó la jefatura de gobierno, el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. Hasta la fecha el PRI no logra levantar cabeza y por lo que se ve en el horizonte, Beatriz Paredes no logrará despuntar aun cuando durante la semana pasada Peña Nieto la arropó en su gira de proselitismo electoral por algunas demarcaciones de aquella zona metropolitana. Es previsible que los electores emitan un voto dividido.

Dos, el PRD viene haciendo buenos gobiernos en el Distrito Federal, por lo que los chilangos votarán a favor del proyecto que encabeza, Marcelo Ebrard y el candidato de las izquierdas, Miguel Ángel Mancera. Incluso varios de los programas sociales del Distrito Federal, Peña Nieto los ha tomado como suyos durante la firma de sus compromisos de Gobierno.

Ante esta perspectiva en donde los electores tendrán que definir la orientación de su voto en función a la evaluación que hagan de los gobiernos estatales y municipales, es probable que la estrategia de los partidos políticos esté centrada en la competencia de sus candidatos al Congreso de la Unión.  Uno se pregunta si los electores esta vez le darán la mayoría en ambas cámaras al candidato presidencial ganador de manera que no tenga que lidiar infructuosamente con las bancadas opositoras para sacar adelante su proyecto de gobierno porque como lo hemos expresado, los gobiernos divididos han frenado las grandes reformas estructuras que requiere la nación.