lunes, 17 de octubre de 2011

GOBIERNOS DE COALICIÓN, ¿UNA PANACEA?

De cara a la sucesión presidencial del 2012 provocó encontrados  debates  una carta a la sociedad mexicana publicada en la Ciudad de México y firmada por connotados académicos, intelectuales  y políticos y tres precandidatos presidenciales: del Partido Acción Nacional (PAN) Santiago Creel; del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Manlio Fabio Beltrones; y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) Marcelo Ebrard, los que se pronunciaron por la construcción de un Gobierno de Coalición Democrática en virtud que desde hace más de una década ningún partido político, por sí solo tiene la mayoría en el Congreso de la Unión, lo cual ha trabado importantes Reformas de Estado que se promueve desde el  Poder Ejecutivo Federal.
La susodicha carta es muy ambigua. No señala explícitamente si se trata de coaliciones parlamentarias previamente amarradas por dos o tres bancadas y luego pactadas alrededor de una agenda mínima de gobierno y sancionada por el Jefe del Poder Ejecutivo; o más allá: esto es, que antes de la elección se coaliguen diferentes partidos políticos y una vez concluida la competencia,  ya en el gobierno se continúe  la coalición, no solo en el parlamento sino que se refleje en la composición del gabinete presidencial.
Hasta hoy, las coaliciones de partido están contaminadas de la inmediatez en la competencia electoral y que una vez concluida la competencia electoral se repartan los puestos de representación popular, sin que ninguno de los coaligados estén obligados a apoyar al partido gobernante.
Este tipo de coaliciones pragmáticas las vienen encabezando el PRI con el PANAL y el PVEM; en tanto que el PRD se ha coaligado con su antagónico ideológico el PAN y con el PT y ex Convergencia, pero ya en el Gobierno sus propios aliados son el principal obstáculo para que transiten las Reformas de gran calado. Desde hace años estuvo trabada la Reforma Política y hoy no tiene para cuando la Reforma Hacendaria integral, la Reforma Energética y otras Reformas que permanecen archivadas en Comisiones.
En este debate de los gobiernos de coalición se pronunciaron, en contrario, el precandidato del PRI, Enrique Peña Nieto y el precandidato del PRD, PT, ex Convergencia y MORENA, Andrés Manuel López Obrador. El primero señaló que para dar gobernabilidad al país y  viabilidad al régimen presidencial es necesario recuperar la desaparecida cláusula de gobernabilidad, esto es, la sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión para que el partido ganador posea la mayoría de diputados y Senadores. Esta fórmula de sobrerrepresentación es volver al pasado del viejo PRI. En cambio, López Obrador señala que no se debe coaligarse en el Gobierno con partidos ideológica y programáticamente antagónicos; que es más de lo mismo. Su propuesta es generar alianzas con partidos afines, organizaciones sociales, asociaciones civiles y movimientos populares con el objetivo, no de reformar el Estado mexicano sino transformarlo con instituciones de gobierno sustentadas en la participación ciudadana.
Estas dos visiones están plenamente definidas por ambos políticos, no así la de Manlio Fabio Beltrones, Santiago Creel y Marcelo Ebrard. Sus posiciones están más bien orientadas a ganar adeptos entre la población, sobre todo en las clases medias e ilustradas del país, es decir tienen una gran connotación electorera.
Desde luego que sería deseable que todas las organizaciones políticas se responsabilizaran y contribuyeran en la construcción de un buen sistema de gobierno; que fuera plural y democrático, lo cual implica necesariamente una agenda de prioridades de gobierno pactadas constitucionalmente entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo. El problema está en que se entrelazan los intereses de las camarillas partidistas que tienen como rehenes a los partidos políticos y al mismísimo Instituto Federal electoral (IFE).
En Nayarit, tras la victoria de Roberto Sandoval Castañeda como Gobernador del Estado integró un gabinete plural, pero no de coalición democrática. Si bien es cierto que  los titulares de los principales puestos de primera línea de su gabinete son de expresión ideológicamente plural, estos no están obligados a la aplicación de la línea programática de sus partidos. Ahí está un ejemplo reciente cuando el Secretario de Obras y Servicios Públicos, Vicente Romero recibió un jalón de orejas de la Dirección Estatal del blanquiazul.
Si como lo ha manifestado el Secretario General de Gobierno, J. Trinidad Espinoza Vargas, que esta administración dialogará y buscará acuerdos con todos los partidos políticos, es tiempo de consensuar una agenda de gobierno que sea la parte medular del Plan Estatal de Desarrollo del 2012. Nadie deberá ser excluido, menos aún los medios de comunicación que son los principales interlocutores entre gobernantes y gobernados.