Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
La muerte de Nelson Mandela
consternó a todos los países del mundo democrático. Con su deceso concluye un
ciclo de los grandes líderes mundiales del siglo XX que lucharon por los
Derechos Humanos, la libertad y la justicia. En este siglo no se vislumbra líderes
universales de esa gran trascendencia humana.
Este gran líder carismático después de padecer 27 largos años
en la prisión-isla de Robben island en Sudáfrica sufriendo la crueldad y la
humillación de sus carceleros al recuperar su libertad en 1990, ya en el poder
presidencial, logró la reconciliación de su país en donde negros y blancos
fraternizaron en un lazo de amor por su nación.
Nelson Mandela demostró aquella vieja sentencia marxista: La
libertad del uno conlleva la libertad del otro; es decir, el opresor jamás
podrá alcanzar su liberación sin la liberación del oprimido.
Mandela no eligió el camino de la revolución para lograr este
objetivo. Optó por una vía más simple pero más humana: el perdón como acto de
amor y humildad en donde no cabe el rencor, el revanchismo ni el aniquilamiento
de quienes lo oprimieron.
Mandela es grande y universal porque ejerció el poder
político con humildad y el servicio de la libertad, el respeto a los Derechos Humanos y el amor al prójimo.
Mandela será inmortal como los grandes hombres del siglo XX:
Gandhi, Churchill, John F. Kennedy, Lenin, Mao Tse-tungel, el Papa Juan Pablo II y Lázaro Cárdenas. Cada
uno en sus circunstancias históricas en las que vivió.
A PROPÓSITO DE LA REFORMA POLÍTICA.-Volviendo a los asuntos
mundanos de nuestra clase política la reciente aprobada reforma
política-electoral por el Congreso de la Unión buena parte de esas son
positivas, pero otras abrevaron en la subjetividad de las dirigencias
partidistas, esto es, de sus fobias e intereses personales o de grupos.
Las consideradas reformas políticas de gran calado destacan
sin lugar a dudas la autonomía de la Procuraduría General de la República respecto
al Jefe del Poder Ejecutivo federal. Ya no era sostenible que esa institución
de procurar justicia fuera juez y parte.
Su lugar lo ocupará una Fiscalía General de la Nación y dos
Fiscales, uno en materia electoral y el otro en contra de la corrupción. Con
esta reforma constitucional los ministerios públicos serán auténticos
representantes del pueblo.
La segunda buena nueva será la reeleción de alcaldes,
diputados federales y Senadores.
De acuerdo a la nueva reforma los presidentes municipales
podrán reelegirse por un periodo más de tres años. Si un buen gobernante
municipal hace una buena gestión al someterse al escrutinio de sus electores
tendrá asegurada su reeleción. Sería
como un reconocimiento a su gestión administrativa.
De igual manera los diputados federales podrán auto
reelegirse hasta tres periodos más, o sea, 12 años; mientras los senadores solo
podrán reelegirse una sola vez. Entrará en vigor esta disposición para los
diputados federales hasta el 2018 y a los senadores hasta el 2024. Respecto a
los presidentes municipales la entrada en vigor de esta disposición reelectiva
será determinada por los Congresos Estatales.
El problema que vislumbramos de esta nueva reforma es el
candado que añadieron los partidos políticos; a saber, la reelección de
cualquiera de estos servidores públicos primero debe ser avalado por el partido
en el que milita. Entonces no dejan a que sean los ciudadanos los que determinen
darle o no su voto de confianza a sus aspiraciones reeleccionista.
Otro tema positivo de la reforma política-electoral son los
gobiernos de coalición para hacer mayoría calificada en el Congreso de la
Unión, siempre y cuando así lo decida el Jefe del Poder Ejecutivo Federal.
Esta nueva figura es buena toda vez que hasta hoy ningún
partido político tiene mayoría calificada en ninguna de las cámaras. Aunque de hecho
se dan alianzas de dos o tres bancadas partidistas para sacar adelante algunas
reformas o leyes, por ejemplo las que se hicieron durante este año a partir del
“Pacto por México” entre el PRI, PAN y PRD. Estas alianzas no son estables y
están condicionadas por el pragmatismo de la coyuntura política o cálculos
electorales con un alto costo para el erario público pues el partido gobernante
tiene que ceder espacios de poder o dadivas económicas a sus aliados.
Con las nuevas reglas el partido que llegue al poder
presidencial desde el inicio de su gestión podrá negociar una agenda común de
gobierno durante los seis años y no estar sujeto a los vaivenes coyunturales de
sus aliados en el gobierno.
En otra columna veremos el lado controvertido de la reforma
que según algunos especialistas en materia electoral será la discrecionalidad la
que predominará en los procesos electorales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario