Por Francisco Cruz Angulo
Dos noticias que despertaron la expectación mundial fueron
las elecciones presidenciales en Venezuela en donde el candidato del chavismo, Nicolás
Maduro ganó por escasos 260 mil votos 1.79% del padrón electoral sobre el
candidato de la oposición Henrique
Capriles. La otra noticia fue los bombazos
terroristas durante el Maratón Internacional de Boston, E.U ocurrido la mañana
del lunes pasado que trajo como saldo tres muertos y más de un centenar de
victimas que presenciaban ese evento histórico mundial.
Estos dos eventos ocurrieron en países con tradición
democrática, los cuales merecen una breve reflexión.
En la República Bolivariana de Venezuela se pone en juego la
estabilidad de sus instituciones luego de una competencia presidencial que
arrojó magros resultados para el candidato del chavismo que durante más de 12 años gobernó su líder,
hoy fallecido Hugo Chávez.
Quedó demostrado que el chavismo sin Chávez no es lo mismo.
Su heredero, Nicolás Maduro no es la sombra de su líder carismático que en poco más de 5 meses perdió
más de un millón 500 mil seguidores. Sus causas fueron evidentes: el desgaste
del discurso chavista que prometió la utopía de una sociedad socialista y
cristiana, pero que en los hechos fue un candil de la calle y oscuridad de su
casa.
Durante la década que gobernó Hugo Chávez si bien se aminoró
la pobreza de millones de venezolanos con políticas asistencialistas no generó
las condiciones materiales para impulsar una economía productiva que generara
empleo, bienes de consumo popular y una infraestructura de servicios públicos
eficientes que mejoraran las condiciones de vida de todos los venezolanos.
Por el contrario, su política estatista, anti norteamericana y benefactora de su riqueza petrolera a países
del área Latinoamericana y del Caribe llevó a Venezuela a una crisis en su
economía. Actualmente tiene un déficit fiscal de entre el 20 al 30%; una
inflación galopante que obligó al gobierno a devaluar su moneda; desabasto de
alimentos básicos y medicamentos y una industria desmantelada por la política
de expropiaciones siguiendo el modelo cubano de la década de los 60´s.
A la muerte de su líder, el gobierno chavista a través de su heredero pensó que era probable que el
pueblo se volcaría a las urnas a darles un amplio apoyo. No ocurrió así. El
voto se polarizó en dos mitades, en donde la oposición perdiendo ganó al aglutinar a la mitad de los
venezolanos. Si bien el triunfo de Nicolás Maduro es legal, no está legitimado
por la mayoría de los venezolanos, en consecuencia será un gobierno débil que
tendrá que irse legitimando en la medida que resuelva la crisis económica del
país y garantice a la oposición incorporar sus demandas a la agenda del nuevo
gobierno. Si le apuesta a la represión militar y no cambia su política exterior
para sanear su economía petrolizada, lo más seguro es que ahondará la crisis
política y económica de Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro podría perder
el poder en un año cuando la oposición recurra al referéndum para revocar su
mandato. Entonces el chavismo tendría contados los días.
Volviendo a los bombazos terroristas de Boston quedó
demostrado una vez más que los sofisticados sistemas de inteligencia de ese
poderoso país no sirvieron para nada y la sociedad norteamericana está inerme
ante el fundamentalismo islámico que mediante un trabajo de hormiga golpea cuando se le da la
gana en lugares emblemáticos y estratégicos de la nación norteamericana. Los
efectos de esos ataques terroristas van más allá de las victimas personales. Sus
efectos colaterales son aún más graves que es la de generar una sicosis
colectiva de inseguridad personal. Como lo destacó un analista en asuntos de
seguridad nacional que paradójicamente para combatir a este tipo de amenazas el
Estado violenta los derechos individuales de la gente. Por ejemplo, pocos
minutos después de los estallidos de las dos bombas las autoridades desactivaron
la comunicación telefónica móvil, lo que dejó incomunicado por horas a todos
los habitantes de Boston, lo que provocó una angustia e irritación colectiva en
contra del gobierno de Washington.
Esperamos que esos actos terroristas del lunes pasado no
obliguen al Presidente Obama, bajo la presión de los Republicanos a restringir aún
más el ingreso de emigrantes a esa nación; pero lo más grave sería lo que
ocurrió en las explosiones de las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001
por acciones terroristas en el sentido de postergar la Reforma Migratoria que
casi ya estaba cocinada antes de las pasadas acciones terroristas.
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