lunes, 28 de mayo de 2012

LA DESMEMORIA DE LA CLASE POLITICA

Cuando emergen los movimientos de inconformidad social no son fenómenos de la casualidad. En su interior se gestan las causas que los motivan. Solo basta una chispa circunstancial para que emerjan en diversas formas que van desde simples protestas callejeras hasta movimientos organizados que cimbran a todas las estructuras de poder. Allí esta como ejemplo el movimiento estudiantil de 1968 que fue masacrado por el gobierno autoritario de Gustavo Díaz Ordaz.
Las protestas juveniles clase medieras surgidas desde las universidades no fueron espontáneas o promovidas por oscuros intereses partidistas. Simplemente fue el hartazgo acumulado hacia a una clase política incapaz de ponerse de acuerdo para resolver los graves problemas de la nación y por la evidente manipulación informativa de los medios de comunicación, en especial por el duopolio televisa y televisión azteca que acapara en contubernio con el Gobierno Federal gran parte del sistema informativo nacional.

Ese movimiento juvenil denominado “yo soy el ciento treinta dos” por medio de las redes sociales salieron a las calles con dos demandas centrales: no queremos a Peña Nieto como Presidente de México”; y “exigimos la democratización de los medios de comunicación”.

Sus razones fueron explicadas de una manera simple: que Peña Nieto, candidato del tricolor es un producto vendible de las televisoras; y que para tal objetivo sesgan y manipulan la información. Evidentemente atrás se esconden los poderosos intereses de la oligarquía mexicana y de los grupos financieros  trasnacionales, así como de la vieja clase política que se resiste a dejar el poder.

En esta perspectiva, la protesta de los jóvenes universitarios fue muy clara al declararse apartidistas (no apolíticos) y preocupados por los problemas que enfrentan a diario: la mediocridad de un sistema educativo en crisis; la falta de empleos y la inseguridad en las calles.

Las respuestas de los 4 candidatos presidenciales no solo fue ambigua y generalizada sino que no han propuesto soluciones de fondo a esas demandas.

El candidato del PRI reaccionó de inmediato. En un manifiesto por un gobierno democrático postuló en un decálogo de compromisos que de llegar a la presidencia de la República respetará la libertad de prensa, de manifestación, garantizará el derecho a la información y a la transparencia y el respeto a los Derechos Humanos. Llamó a no mirar al pasado sino al por venir con la promesa del diálogo y la construcción de acuerdos de cara a la nación.

Este mismo discurso lo vienen repitiendo desde hace décadas gobiernos priistas, panistas y perredistas. Lo que no dicen es como cumplirán esas garantías plasmadas en nuestra Constitución.

¿Será democrático un gobierno cuando protege los monopolios de la televisión abierta y  de quienes de una u otra forma se han convertido en poderes fácticos que operan en complicidad con la clase política dominante para conservar sus privilegios empresariales? Ninguno de los 4 candidatos presidenciales  externan su voluntad de abrir el mercado de la televisión abierta a nuevos grupos empresariales. López Obrador arremete a diario en contra del cerco informativo a su campaña más como estrategia electoral que como un compromiso de reformar la Ley Federal de Radio y Televisión que hasta hoy es el sustento legal de ese duopolio televisivo.

Por cierto, ya le funcionó esa estrategia mediática al hacer que los jóvenes universitarios pusieran el dedo en la llaga.

Esta movilización de los jóvenes a partir de las redes sociales pone en jaque a los 4 presidenciables. Hasta hoy ningún de ellos ha formulado propuestas concretas; y nó lo hacen porque están anclados en el pasado, aun cuando pretendan deslindarse de ese pasado que los alcanza como las denuncias de corrupción, nepotismo e impunidad de ex gobernadores del PRI como Tomás Yarrington, Ulises Ruiz, Mario Marín y del ex perredista Narciso Agúndez Montaño, ex Gobernador de Baja California Sur.

¿Cómo decir a los jóvenes borrón y cuenta nueva a esos actos de corrupción e impunidad de quienes saquearon el Erario nacional?

No es posible construir una patria justa y libertaria sobre una base carcomida por una clase política sin visión de futuro porque solo está más preocupada por conservar sus privilegios. A esta partidocracia y a los grupos de poder económico en nuestro país se opone esa juventud que ahora se manifiesta en las calles.

Hasta el mismo IFE dio un revés a la demanda  de los jóvenes al rechazar que el próximo debate de los 4 candidatos presidenciales a celebrarse en Guadalajara el próximo 10 de junio se haga en cadena nacional. Los consejeros del IFE invocan la libre manifestación de ideas de los dueños de la televisión abierta. ¿Así  es como se quiere democratizar la información, sobre todo a televisión azteca que actúa con criterio fascistoide?     

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