Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Un acontecimiento inesperado ocurrió la mañana del martes
pasado en la residencia oficial de Los Pinos en la capital de la república
cuando el presidente Enrique Peña Nieto convocó a diversas organizaciones de la
comunidad lésbica, gays y transgéneros ante quienes anunció que enviará al
Congreso de la Unión dos iniciativas de reforma. La primera consiste de
reformar el Artículo 4 Constitucional que legalice que dos personas del mismo
sexo ejerzan el derecho a contraer el matrimonio civil de igual forma que
tienen las parejas heterosexuales.
La otra iniciativa consiste en reformar el Código Civil
Federal que obligue a todas las entidades de la república a que homologuen sus respectivos
Códigos Civiles de manera que no se continúe discriminando a estas minorías de
preferencias sexuales y culturales diferentes.
Estas dos iniciativas presidenciales cayeron como una bomba en
los grupos conservadores ultraderechista de la sociedad y de la alta jerarquía
católica mexicana quienes mostraron su oposición a dichas iniciativas por
considerar que van contra de los
actuales valores morales y usos y costumbres de la familia tradicional.
En Nayarit somos pioneros en el respeto a esos derechos. En
diciembre del año pasado la XXXI Legislatura local luego de celebrar varios
foros públicos sobre el tema aprobó la reforma a nuestro Código Civil Estatal a
partir de una iniciativa presentada por el diputado perredista Luis Manuel
Hernández Escobedo apoyada por las organizaciones lésbicas, gays y transgéneros
de nuestra entidad.
Gracias a esta
iniciativa apoyada por la mayoría de los diputados y por el jefe del Poder
Ejecutivo Estatal, Roberto Sandoval la comunidad homosexual ejerce a plenitud
esos derechos.
Es más, de acuerdo a información proporcionada por el
director estatal del Registro Civil, Lic. Eduardo Naya Vidal a nuestra entidad
concurren parejas de otros estados de la república a solicitar su matrimonio
civil sin más trámites que lo que exige nuestro Código Civil.
Sin embargo esa garantía constitucional a esas minorías no
significa en modo alguno que en la cotidianidad sean respetados esos derechos
debido a que arrastramos los milenarios atavismos religiosos y los usos y
costumbres que están sumamente arraigados en nuestra sociedad.
Esta actitud homofóbica y discriminatoria a estas minorías no
podrán ser erradicadas de la noche a la mañana en el núcleo familiar, en el
entorno comunitario, en la escuela y en los centros de trabajo.
Está tan arraigada esta cultura discriminatoria a estas
minorías desde el momento que al niño o a la niña se le inculcan patrones de
conducta tradicionales que va desde la imposición de juguetes, vestuario y
hasta colores para diferenciarlos al uno del otro; y es precisamente cuando no
coinciden con esos patrones de conducta fomentados en el seno de la familia
cuando se inicia el largo calvario de aquellos niños o adolescentes que
muestran patrones de conducta diferentes a los tradicionales.
Luego en la comunidad o en la escuela o en los centros de
trabajo son objeto de burlas, humillación y agresión física por los que son
confinados a vivir en una constante zozobra porque son víctimas del rechazo
social.
A esa cotidianidad habrá que enfrentarse la comunidad
lésbica, gay y transexual puesto que el principal obstáculo será, como
expresamos anteriormente los dogmas religiosos y una cultura tradicional sustentada
en el machismo que lamentablemente permea a grandes sectores de la población y a
nuestras instituciones públicas.
Las minorías arriba señaladas han ganado a pulso su derecho a
salir de la invisibilidad ya que tienen el derecho como seres humanos a
determinar libremente una nueva manera de construir una familia. No puede haber
igualdad de derechos de las minorías si a estas no se les respetan sus
libertades y derechos ciudadanos de la misma manera que a una familia
heterosexual. El amor es universal y va más allá de las preferencias sexuales…