Por Francisco Cruz Angulo
El papa Francisco clausuró el pasado domingo la Jornada Mundial
de la Juventud en Rio de Janeiro, Brasil. Lo hizo con una misa ante una multitud
calculada de más de cuatro millones de personas provenientes de todo el mundo, en gran parte de origen brasileño que, junto
con los mexicanos están considerados como el epicentro del catolicismo mundial.
Durante la Jornada Mundial de la Juventud el pontífice de la
iglesia católica mostró una cara de un papa que no había tenido la iglesia en
las últimas décadas.
Como se recordará durante su ascensión como papa lo hizo
rompiendo todos los protocolos de la solemnidad en El vaticano. En principio
adoptó el nombre de San Francisco de Asís, un sacerdote que se distinguió por
ser congruente con los principios originarios del cristianismo, vivir con
humildad y servir a sus semejantes, no solo con el evangelio en las manos sino
con su fiel compromiso con los pobres.
Siguiendo la tradición franciscana se negó a utilizar el
cristo de oro en su pecho y siguió utilizando el de madera que lleva durante
años desde que fue obispo de la diócesis de Argentina su pueblo natal. Asimismo
se negó a utilizar la lujosa habitación papal y utilizar las viejas formas de
la ceremonia papal.
En su primera incursión pastoral en el extranjero hizo explícito
en Brasil lo que será su misión pastoral. Ya en el inicio de su pontificado,
ante un grupo de jóvenes y luego
ratificado en la Jornada Mundial de la Juventud reiteró la reunificación
del mundo cristiano en torno a Jesús, el redentor; que él debe ser el punto de confluencia
de todas las iglesias cristianas. Dijo que Jesús debe seguir siendo el guía
indiscutible de todo el mundo cristiano.
Este mensaje de buena voluntad se da en un contexto de crisis
en la iglesia católica, entre algunos de sus problemas enfrenta el problema
grave de la pederastia en que incurrieron cientos de sacerdotes en todos los
países del mundo, la mayoría protegidos desde El Vaticano. Es tal el escándalo
de le pederastia que un numeroso grupo de organizaciones laicas viajaron hasta
El Vaticano para solicitar se detenga el proceso de santificación del papa Juan Pablo II al suponer que tuvo
conocimiento del caso y no hizo nada para castigar a los curas abusadores de
niñas y niños. Este conflicto es uno de los desafíos del papa Francisco.
Otro de los temas que despertó gran interés entre los
millones de jóvenes que se congregaron en Brasil fue su exhorto que un buen
cristiano debe ser un revolucionario por
naturaleza, es decir, que salga de la iglesia a las calles a predicar el
evangelio y a comprometerse con los pobres. Insistió que el futuro del
cristianismo está en su juventud a la que todos los gobiernos del mundo debe
atender con educación, empleo y salud; de otra manera los estarían condenando a las drogas, a la delincuencia y a
no ser productivos en la vida.
Está claro que para el papa Francisco la esperanza de un
futuro mejor radica en su juventud, lo cual se ganó el cariño de millones de
jóvenes.
El Papa Francisco llamó
a los sacerdotes que fueron estigmatizados y condenados al silencio por papas
anteriores debido a su compromiso por los pobres; me refiero a los integrantes
de la teología de la liberación. El papa tuvo un breve encuentro con unos de sus
principales líderes, el sacerdote Leonardo Boff a quien en breve entrevista lo
llamó a la conciliación.
Es notorio que el papa Francisco predica con el ejemplo
siguiendo los pasos de San Francisco de Asís e hizo votos para que la juventud
practique la fe cristiana de cara a los problemas sociales del hombre; que
practique el amor, promueva la paz y los más altos valores éticos de la fe
cristiana sin temor a la desesperanza y en la humildad en que debe vivir todo
buen cristiano.
Al inaugurar la Jornada Mundial de la Juventud misma que será
celebrada dentro de 3 años en Cracovia, Polonia exclamó con claridad “no traigo
oro ni plata que ofrecerles; traigo algo más valioso, a Cristo, nuestro señor”.
El camino del papa no será nada fácil. Su política social
contrasta notablemente con la de sus
antecesores a excepción del Papa Juan XXIII y tiene que enfrentar a una curia
en el Vaticano poderosa que bajo el cobijo de la iglesia se ha visto envuelta
en escándalos de corrupción en el banco de el Vaticano; lavado de dinero y la
incursión de poderosos burócratas de el Vaticano en el mercado negro y tráfico
de influencias con el gobierno Italiano.
Otro de los temas que estarán en la agenda del papa argentino
es la modernización de la iglesia a los tiempos. La base de su sistema dogmático
pierde cada día más adeptos en el mundo del catolicismo. Por otro lado tendrá
que reconsiderar la permanencia del celibato en los sacerdotes, la apertura de
la mujer al ministerio sacerdotal y la formación de nuevos sacerdotes que
recuperen los valores humanitarios del cristianismo.
Otra postura notoria del Papa Francisco fue su opinión sobre
los matrimonios Guay. Ante cientos de reporteros esta vez no los estigmatizó porque
dijo que quien era el para juzgarlos, lo que refleja a un papa más receptivo a
los cambios en el núcleo familiar y a los anquilosados dogmas de la iglesia católica.