El pasado
sábado concluyó la reafiliación de militantes y adherentes en el Partido Acción
Nacional, (PAN). El ex presidente estatal del blanquiazul en Nayarit, Ceferino
Ramos Nuño no se muestra muy optimista de que su partido refrende su padrón de
más de 1 millón quinientos mil panistas que tenía cuando fue partido en el
poder.
Sustenta su
pesimismo a que luego de perder la elección presidencial derrotado por el
Partido Revolucionario Institucional (PRI) cientos de militantes, líderes
municipales, estatales, ex legisladores y ex funcionarios públicos, como
chapulines se brincaron a las filas del tricolor con la esperanza de seguir
mamando de la ubre pública. Otros desesperanzados por la derrota presidencial
optaron por retirarse a la vida privada.
Lo que más
preocupa al ex Regidor tepicense es que ni siquiera ratifiquen su militancia ni
500 mil panistas, lo que según una norma del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF) podría estar en peligro el registro de su
partido.
Esta
conducta oportunista no es solo
privativa en el PAN; lo es también en otros partidos políticos.
Cuando el
PRI perdió el poder en el 2000 y llegó a Los Pinos, Vicente Fox y luego Felipe
Calderón, miles de priistas y cuadros dirigentes saltaron de la noche a la mañana al
nuevo partido gobernante, o al Partido del Sol Azteca. Ejemplos muy
emblemáticos los tuvimos en Nayarit, entre los que sobresalieron los ex cónyuges,
Antonio Echevarría y Martha Elena García; los hermanos el Arq. Ramón Navarro Quintero y
Miguel Ángel Navarro y Félix Torres Haro, los que en su ambición de llegar a la gubernatura de
Nayarit utilizaron al PRD y al PAN sin más convicción que lograr sus propósitos
personales. Es posible que muchos de los desertores priistas en la década
pasada volverán sin ningún escrúpulo al rebaño priista. Allá el PRI recoge a miles de tránsfugas.
En el PRD
ocurre algo similar a la situación del blanquiazul. Aunque ese partido carece
de un padrón confiable, no sabemos cuántos
perredistas saltarán al hoy partido gobernante y cuantos se transfugarán
al nuevo partido lopezobradorista, “Movimiento de Regeneración Nacional”
(MORENA).
El
saltimbanquismo en el Partido del Sol Azteca no es porque este partido haya perdido
el poder presidencial. Su motivación es el temor a que se desplome el
perredismo en las próximas elecciones estatales y federales en el 2015 a
consecuencia de la deserción de López Obrador del PRD, sabedores que el
político tabasqueño es el panal que atrae votos y, en consecuencia puestos de
elección popular y numerosas prebendas en los espacios del poder público.
Supongo que
MORENA, una vez logrado su registro será la primera fuerza electoral de
izquierda después del 2015. A eso le apuestan los desertores del PRD y otros
que todavía están agazapados esperando los tiempos para saltar a MORENA.
Más allá del
impacto mediático que cauce en la estructura orgánica de esos dos partido la
deserción de militantes, sus actuales dirigentes nacionales se quitaron de
facto liderazgos mesiánicos y arcaicos que impedían la reconciliación nacional
sustentada en el diálogo y la búsqueda de acuerdos respetando la pluralidad y
los disensos.
La mejor
prueba está en que en 17 días desde que Enrique Peña Nieto arribó al Poder
presidencial, estos tres partidos políticos lograron aprobar, primero, las dos
iniciativas preferentes del ex presidente Felipe Calderón: la Ley de Contabilidad
Pública Gubernamental y la Reforma Laboral, que si bien ha sido muy cuestionada
por los sindicatos porque –según ellos- favorece al sector patronal, por lo
menos representa un pequeño paso en la actualización
de la Ley del Trabajo. En lo referente a las nuevas relaciones obrero
patronales.
Ya en
funciones el presidente Peña Nieto como mandatario federal, los tres partidos
consensuaron el “Pacto Por México” integrado por 95 propuestas de gobierno.
La primera
reforma aprobada en el Congreso de la Unión fue a la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal en la que se sustentará las políticas del
Gobierno Federal.
Luego vino
lo que pareciera difícil de tocarse una reforma Constitucional al Artículo 3°
en donde se creará el servicio nacional de carrera docente; la evaluación
universal de maestros y alumnos y la integración de un Censo de cuantos
profesores, escuelas y aulas existen en el país. Con esta reforma se pretende
mejorar la calidad de la educación; terminar con el tráfico de plazas y a que ya
no sean heredadas por nexos familiares; o sea, que el estado recupere la
administración y orientación de nuestro sistema educativo, sin menoscabo a los
derechos laborales del gremio magisterial.
Desde luego
no es para echar las campanas al vuelo. Esta reforma constitucional ya fue aprobada por la Legislatura Federal. Una vez
que la apruebe la Cámara de Senadores tendrá que ser ratificada por una mayoría
simple de los Congresos Estatales.
¿Entonces
porque preocuparse que haya una desbandada de militantes o de dirigentes que
están más preocupados por posiciones de poder, que de servir a la nación? La
plaga de los chapulines encuentran su caldo de cultivo en aquellos partidos que
han renunciado a sus principios doctrinarios y programáticos en aras de su
crecimiento cuantitativo por razones electoreras.