A partir de
esta semana el Senado de la República iniciará el análisis y el debate de la
minuta que aprobaron los diputados federales de la iniciativa preferente del Presidente
Felipe Calderón en materia de Reforma Laboral. Tienen 30 días para aprobarla o
rechazarla como cámara revisora.
La
revisión de esa minuta no será un
rutinario trámite legal; será un debate muy controvertido toda vez que los
senadores panistas y de las izquierdas seguirán insistiendo en el tema de la
democratización de los sindicatos: elección de sus dirigentes por medio del
voto universal, directo y secreto, y transparencia y rendición de cuentas de
las cuotas sindicales.
No será nada
fácil convencer a los priistas sobre el tema que ya fue rechazado por sus
colegas en la Legislatura Federal. Tanto en una cámara como en la otra, el
presidente de las comisiones de trabajo y previsión social las controlan
sempiternos dirigentes sindicales, mismos que se han perpetuado en el poder
sindical gracias a estas nocivas prácticas.
El dirigente
a perpetuidad de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del
Estado (FSTSE), que preside la comisión respectiva en la cámara de diputados
advirtió que sí mediante la alianza de las izquierdas y PAN en el Senado de la
República logran aprobar el capitulo de la democratización de los sindicatos
estarán condenando a la Reforma Laboral a la congeladora.
Dijo que de
cambiarse el texto aprobado de la Reforma Laboral aprobada por los diputados,
de acuerdo a la norma legislativa, quedaría sin efecto la iniciativa preferente
porque ahora será asunto de la agenda de un periodo ordinario de
sesiones. El mensaje es más claro que el agua de la Ciudad de México.
De entramparse
la Reforma Laboral, ¿Quién pierde y quien gana en términos políticos?
1.-Los
trabajadores continuarán igual, es decir, engordando los bolsillos de sus
vaquetones lideres que amasan enormes fortunas y para proteger sus intereses
personales se hacen nominar “representantes” del pueblo en el Congreso de la
Unión.
Su poder
radica en su práctica clientelar a favor de los partidos políticos y son la
caja chica de candidatos de los partidos
políticos.
2.-Pierde
Enrique Peña Nieto porque queda al desnudo cual será su talón de quiles cuando
pretenda cumplir con sus compromisos de campaña durante su sexenio, entre otras,
la Reforma Energética, la Seguridad Social, Hacendaria, Educación, en la
administración pública federal y en otras áreas en donde los grandes sindicatos
son determinantes para concretar esas reformas. Todo porque son una secuela del
viejo régimen priista.
3.-El
partido Acción Nacional pierde por su ambigüedad en política laboral. En la
Cámara de Diputados pactó con el PRI-PVEM para sacar adelante reformas que
afectarán a los trabajadores, sobre todo en materia de tener garantizados sus
derechos hasta su jubilación y en la falta de seguridad social a los trabajadores
que serán empleados por hora.
Luego en la
Cámara de Senadores, como para expiar
culpas o justificar su blandengue actitud en el capitulo de la democratización
de los sindicatos, (tema que estuvo ausente durante todo el sexenio de Felipe
Calderón) ahora los del blanquiazul buscan alianza con las izquierdas en el
Senado, para poner sobre la mesa el caso de los sindicatos. Bien saben que aunque
algunos senadores priistas votaran a favor, al regresarse esa minuta a la
Cámara de origen, no transitará.
4.-Las
izquierdas tampoco ganarán nada. Cuando se discutió la reforma en la cámara
baja optaron por salirse del recinto a la hora de la votación. No tuvieron
capacidad política para hacer valer su condición de segunda fuerza política.
Como siempre las izquierdas se dividieron. Ahora pactarán con el PAN, pero que
no pequen de ingenuos; solo ayudarán a lavar la cara al blanquiazul.
Pero seamos
optimistas. A lo mejor finalmente se ponen de acuerdo en ambas cámaras y logran
convencer que “por el bien de México” vale la pena hacer transparente la
elección de los líderes sindicales democráticamente. Conocedores de la entrañas
del viejo sistema priista no les faltará mañas para perpetuarse en los
liderazgos “democráticamente”.
En los que
no cederán por ningún motivo es lo que los obligue a dar cuentas claras de las
cuotas sindicales, menos que se entrometa el Gobierno en su vida interna.
Dista mucho,
quizá sea una utopía, aquella visión que tenia Antonio Gramsci, (filosofo y
periodista marxista italiano del Siglo XX) cuando decía que el sindicato surge
como la primera forma de organización de los trabajadores en la lucha de
clases. Su propósito es justamente mejorar sus condiciones de trabajo, es
decir, obtener buenos salarios, estabilidad laboral, accesos a la seguridad
social, educación para sus hijos, vivienda, primas vacacionales, y otras
prestaciones sociales.
En la medida
que forma a sus cuadros en política, educación, cultura, previsión social, recreación,
etc. va creando el embrión de una nueva forma superior de organización, esto
es, el partido político, en donde su objetivo histórico es transformar las
relaciones sociales y económicas de la sociedad.
Es el
partido –según Gramsci-, el que forma y foguea los cuadros que habrá de dirigir las
instituciones del nuevo estado. O sea, el partido debe ser la futura sociedad
en miniatura, en su forma de organización, cuyo objetivo principal es el
bienestar de todos los miembros de la sociedad.
Contrario a
esta visión, los sindicatos en México desde
la década de los 40´s son lo contrario. Reflejan la purulencia de la
clase política dominante. Claro, hay excepciones; por eso liquidan a sus líderes honestos por no sumarse al patrimonialismo
sindical.