Por
Francisco Cruz Angulo
Todos los
noticieros y principales titulares de la prensa escrita de nuestro país
destacaron la muerte del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
Comandante Hugo Chávez. Acaecida el pasado martes por la tarde en un Hospital
Militar víctima de cáncer.
El líder de la
revolución Bolivariana arribó al poder por la vía constitucional en 1998. Desde
aquella fecha fue reelecto por una base popular que lo apoyó en los momentos
más críticos de su gobierno.
De formación
militar y fervoroso católico no fue
impedimento para optar por construir un
gobierno socialista tomando como modelo la revolución cubana de los hermanos
Castro que gobiernan al país desde hace más de seis décadas.
La
revolución Bolivariana es una amalgama de ideales y programas que nada tenían
que ver con el ideario de Simón Bolívar. Este líder liberal del siglo 18 luchó
por la independencia de su país de la opresión del imperio español y pensaba
que una mejor manera de enfrentar a la corona española era la unidad de todos
los pueblos sudamericanos en una sola nación. Fue el creador de la República de
La Gran Colombia de corta duración.
El
comandante presidente Hugo Chávez desfasado en el tiempo y en las nuevas
circunstancias políticas instauró desde el poder un régimen socialista que
influyó en varios países latinoamericanos de la región tales como Argentina,
Bolivia, Ecuador, Uruguay, Paraguay y Nicaragua en donde surgieron regímenes de izquierda. Todos estos gobiernos
fortalecieron la rectoría del estado sometieron a las oligarquías al expropiarles
sectores básicos de la economía e implementaron programas sociales de corte
asistencialista para combatir la pobreza.
Siendo Hugo
Chávez un hombre carismático y popular asumió el liderazgo de ese bloque de
naciones frente al poderío norteamericano, sobre todo en las relaciones
comerciales. Sin embargo lo hizo a un alto costo para su nación.
Gran parte
de su riqueza petrolera fue destinada a subsidiar con hidrocarburos a los países
aliados, entre ellos a Cuba. Otra parte de su riqueza nacional fue empleada en
dilapidar recursos a la población más pobre mediante programas sociales que
solo aminoraban la pobreza pero no
generó las condiciones productivas para combatirla.
Esta conducta
paliativa me recuerda al Gobierno del ex presidente Luis Echeverría cuando creo
empresas agroindustriales aquí y acullá
de dudosa rentabilidad o cuando en sus giras presidenciales su secretario
particular cargaba una maleta repleta de dinero para entregarlo a cuanta
persona se lo pidiera. Esta política dadivosa y poco transparente generó en nuestro país como
hoy la sufre el pueblo venezolano la pérdida del poder adquisitivo, a tal grado
que recientemente el presidente interino devaluó la moneda por una inflación galopante;
déficit fiscal del 17%; escasez de alimentos básicos a consecuencia que Hugo
Chávez desmanteló la planta productiva del país por su política de expropiaciones
a los servicios e industrias privada y por ascenso de una burocracia parasitaria
e incapaz de conducir las empresas paraestatales. Es decir, su economía se petrolizó,
por lo cual está en crisis, pese a que
esa nación nada en petróleo. Este es el legado que dejó el líder venezolano.
Esta República
socialista sui generis no tiene futuro con Chávez o sin Chávez. Ese país está
polarizado: los que ven a Chávez como a un Dios y otros que lo ven como un
demonio delirante de poder
¿Será capaz el
chavismo sin Chávez dar continuidad a la llamada revolución bolivariana? Una vez
que concluya la ceremonia luctuosa, el presidente de la Asamblea Nacional,
Diosdado Cabello deberá tomar el timón presidencial provisional y en el plazo
de un mes convocar a elecciones para elegir a un nuevo Presidente de la
República como así lo señala la Constitución.
Si se cumple
el testamento hecho público y de viva voz por el mismo Hugo Chávez pocos meses
antes de morir, el candidato del chavismo será Nicolás Maduro, actual vicepresidente.
Ante una oposición
desconcertada y dispersa lo más probable es el ascenso de Nicolás Maduro como
nuevo líder de la revolución Bolivariana. El problema es que no tiene el carisma y la popularidad de su
antecesor. Además tendrá que lidiar de inmediato con los grandes problemas económicos
y sociales que son un barril de pólvora a punto de estallar.