En la
columna anterior reflexione sobre la decisión que tomó el otrora candidato
presidencial del “Movimiento Progresista” Andrés Manuel López Obrador, una vez
que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declaró
validad la elección de Enrique Peña Nieto como Presidente electo de la
República Mexicana.
López
Obrador anunció en el Zócalo de la Ciudad de México su ruptura con los partidos
de izquierda, PRD, PT y Movimiento Ciudadano con el fin de entregarse a la
consolidación del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), ya sea como asociación civil o partido político.
Esta
decisión de el “peje” fue diametralmente opuesta a la que asumió en 1988 el
Ing. Cuauhtémoc Cárdenas tras haber perdido la elección presidencial frente al
priista Carlos Salinas de Gortari, en una elección marcada por el fraude
electoral.
En aquella
fecha, en el mismo Zócalo, Cárdenas llamó a la unidad de todas las fuerzas
políticas de izquierda y democráticas del país. Ese llamado a la unidad
concluyó con la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en
donde concluyeron priistas, comunistas, socialistas de todo signo, trotskistas
y de otras asociaciones políticas de izquierda.
Luego del
fuerte liderazgo del Ing. Cárdenas y su incursión en tres fallidas candidaturas
presidenciales, el político michoacano fue perdiendo poder en los órganos de dirección
del partido en la medida que López Obrador en concurrencia con la corriente de
nueva izquierda (los chuchos) se apoderaban de la estructura territorial del
partido.
Gracias a
esta alianza pragmática fueron excluidos históricos líderes de la izquierda
provenientes del Partido Comunista, del Partido Mexicano de los Trabajadores, del
Partido Popular Socialista y de otros líderes intelectuales de larga
trayectoria política de izquierda.
Luego de la
exclusión del cardenismo y de los comunistas, el PRD devino en un partido
electorero y clientelar, cuyos principales beneficiarios fueron los “chuchos” y
la corriente de los vejaranos en el Distrito Federal bajo el liderazgo de López
Obrador.
Sobre estos
pilares creció la figura política del político tabasqueño en virtud de su gran
personalidad carismática, lo que posibilitó sin ningún problema su proyección a
la jefatura del Gobierno del Distrito Federal y años más tarde compitió dos
veces como candidato presidencial de todas las izquierdas.
Dado su
popularidad estuvo apunto de ganar la presidencia de la República en el 2006,
al perder por el escaso margen del .5% de la votación nacional. Fueron más de
15 millones de mexicanos los que sufragaron por su proyecto de gobierno.
Seis años
después, o sea en el 2012, el político tabasqueño logró alcanzar una votación
más alta, casi 16 millones, pero esta vez quedó abajo del candidato priista
triunfador Enrique Peña Nieto por más de 3.5 millones de votos, lo que motivó
que exigiera al TEPJF la invalidez de la elección por considerarla que fue
inequitativa, coercitiva del voto y que se manipuló la competencia electoral en
contubernio con los medios de comunicación televisiva a favor de Peña Nieto.
Ahora no
llamó a las manifestaciones callejeras o a los plantones. Optó por el camino de
la ruptura con los partidos de la izquierda mexicana y apuntalar su propia trinchera política
(MORENA) lo que todo indica que será un nuevo partido político que buscará ser
una nueva alternativa de izquierda para los comicios federales del 2015.
Si López
Obrador toma esta ruta por la vía política-electoral no hay duda que podría
desangrar a los otros partidos de izquierda pues será un atractivo y apetitoso
panal para ganar espacios de poder en el Congreso de la Unión en el 2018,
gubernaturas, diputaciones locales y presidentes municipales.
Este éxodo
podría ocurrir en dos etapas; a saber: una etapa preliminar sería cuando MORENA
entre en la fase de la construcción de sus comités estatales, pues muchos
querrán estar en la “polla” cuando se elijan a sus liderazgos estatales,
municipales y seccionales, lo que posibilitará ser nominados a los distintos
puestos de elección popular.
Y una segunda etapa será una vez que concluya la
elección federal del 2015. Si MORENA refrenda su registro con un alto
porcentaje de votación, la figura política de López Obrador crecerá de manera
que estará en posición de fuerza como para postularse por tercera vez como
candidato presidencial de las izquierdas, si es que sobreviven algunas, pues
inexorablemente tendrán que competir en la elección federal del 2015 con el partido
lopezobradorista. Si a lo anterior le apuesta López Obrador, solo esperemos que
no salga un frankenstein.