En esta última
etapa estará marcada por tres factores que pueden cambiar el curso de la votación
final. El primero es la inevitable guerra sucia; la segunda es el impacto que
podría tener el movimiento juvenil “Todos somos 132” que el miércoles pasado tomaron
resoluciones preliminares en el campus de la Universidad Autónoma de México que
congregó a 50 representaciones de
universidades públicas y privadas de varias entidades de nuestro país. Otro
evento es nada menos que el próximo
debate del 10 de junio en la Ciudad de Guadalajara en donde los presidenciables
dispondrán de un formato más flexible que haga posible contrastar propuestas,
debatirlas y sacar conclusiones.
Refriéndonos
al primer tema, el pasado martes se firmó en la Secretaría de Gobernación una
carta compromiso firmada por todos los dirigentes de los partidos políticos en
el cual se comprometen a no recurrir a la guerra sucia para descalificar a sus
adversarios; pugnar por una competencia civilizada y de contrastes de propuestas.
En fin, prometieron comportarse como buenos demócratas que buscan el bien del
país.
Eso fue pura
retórica. A Peña Nieto lo están
tundiendo desde la Procuraduría General de la República como aliado de
presuntos lavadores de dinero del narcotráfico y cómplices de ellos como son el
caso de los ex gobernadores de Tamaulipas Tomás Yarrington y Manuel Cavazos.
No es casual
que el gobierno panista ventile estos casos de presunta corrupción en tiempos
electorales. Su candidata, la panista, Josefina Vázquez Mota no repunta y hasta
podría caer al tercer lugar el día de la elección, lo cual sería un desastre
político para el Partido Acción Nacional, dado que es el partido en el
gobierno.
Esta misma política
la enfocaron hacia los partidos de
izquierda, cuyo abanderado es López Obrador. La semana pasada sometieron a
proceso penal al ex gobernador de Baja California Sur, Agúndez Montaño por el
delito de peculado durante su administración.
Y todavía
más: el miércoles en la edición del Diario matutina de Excélsior se publicó el
contenido de una conversación privada de dos asesores de la campaña
presidencial de AMLO con un grupo de empresarios de la Ciudad de México en
donde solicitaron recaudar 6 millones de
dólares para hacer ganar al “peje” a cambio de beneficios a sus empresas en caso
de ganar la Presidencia de la República. Esa cinta filtrada a Excélsior provocó
un escándalo público. De inmediato el PRI y el PAN solicitaron una
investigación al IFE para deslindar responsabilidades al considerar que se
estaría cometiendo un grave delito de carácter electoral.
El “peje” ya
se deslindó de ese pase de charola; no obstante seguro que le echarán lodo a la
figura de AMLO.
En esta
misma línea de descalificaciones la protagoniza la candidata del PAN, Josefina
Vázquez Mota. Desde hace dos semanas su blanco favorito en arengas públicas y
por radio y televisión es el priista, Enrique Peña Nieto y la presidenta
vitalicia del SNTE, Elba Esther Gordillo. El problema es que esa campaña negativa se le revierte a diario. Su
proselitismo electoral no se refleja en la intención de voto porque seguramente
los electores no ven propuestas claras que la hagan diferente a la de sus adversarios.
Si continúa por ese camino lo más probable es que se derrumbe en los próximos
días. Respecto al impacto mediático en la campaña por la presidencia del
movimiento de jóvenes universitarios denominado “TODOS SOMOS 132” dependerá en gran medida de como definan sus
objetivos programáticos, esto es, si se asumen como un movimiento
mediático apartidista, pero que centren
como su principal objetivo su antipeñanietismo y en contra de los medios de
comunicación televisiva o un movimiento que se prolongue más allá del primero
de julio. Si optan por lo primero ese Movimiento será un aborto que en nada
aportará a la democratización de nuestro país. Si es lo segundo será un movimiento esperanzador y como una conciencia crítica que abonará
al cambio de rumbo de las políticas públicas de la próxima
administración federal.