Luego de esa
derrota se vino la gran depresión del 29 en Estados Unidos que trajo consigo la
quiebra del sistema financiero mundial y, en consecuencia, la bancarrota de
millones de empresas, la pérdida de empleos, la violencia en las calles por la pobreza
extrema y el surgimiento del hampa organizada.
En Europa la
situación fue peor: los países derrotados durante la guerra, entre otros Alemania,
tuvo que pagar leoninas indemnizaciones de guerra en situación de crisis económica
a consecuencia de una planta productiva totalmente destruida, con millones de
alemanes en el desempleo y gobiernos incapaces de ofrecer alternativas viables
para salir de la crisis.
Agreguemos a
esta situación el odio racista que fue alimentado por el Partido
Nacional-Socialista de Hitler, lo que hizo exacerbar el ánimo de las muchedumbres
hambrientas y una clase media en picada de sus niveles de bienestar.
Todos estos
ingredientes fueron el caldo de cultivo del ascenso del nacismo en Alemania y
el fascismo en Italia de Mussolini, lo que más tarde desencadenó la segunda
guerra mundial.
Nuestro país
viene de una crisis recurrente que los gobiernos panistas solo atendieron con
eficacia el sistema macroeconómico pero endosándole su costo a millones de
mexicanos. El gobierno panista de Felipe Calderón prometió generar millones de
empleos y crecer a una tasa anual promedio del 5% durante su sexenio.
No solo no
cumplió sino que empobreció más a la gente al disminuir su bienestar social,
incluso a la clase media; además prácticamente
tronó la producción en el campo, que no es una de sus prioridades de gobierno.
¿Cuál es el
legado de Felipe Calderón? Según el mismo mandatario aseguró que pasará a la
historia como el único presidente que hizo frente a las bandas del crimen
organizado y a los carteles de la droga; “porque de no haberlo hecho nuestro país
estaría gobernado por ellos” acotó.
El Presidente
Felipe Calderón actúa como si fuera el primer día de su mandato. Cierra los
ojos a la realidad. Su guerra fue un fracaso. Allí están los hechos: 60 mil
muertos y miles de desaparecidos, en su mayoría de jóvenes que por falta de
empleo y educación cayeron en las garras del narcotráfico. La violencia es de
todos los días en las calles; miles de ciudadanos de la zona norte de nuestro país
se desplazan a otros lugares en busca de seguridad; la impunidad y la corrupción
se filtró a todo el aparato del sistema judicial, ayuntamientos y gobiernos
estatales. Lo que más preocupa ahora es el hecho que nuestras fuerzas armadas están
siendo filtradas por las mafias de la droga. En días pasados 4 generales de altísimo
rango fueron detenidos y sujetos a investigación por sus presuntos nexos con
los carteles de la droga.
De comprobarse
estos hechos y que no sean cortina de humo para ocultar vendettas político-electorales,
seria evidente que la estrategia de sacar a la calle al Ejército Mexicano para
combatir a los capos de la droga fue una mala decisión del Presidente Calderón.
De acuerdo a la experiencia colombiana, ahora falta que a corto o mediano plazo
aparezcan los grupos paramilitares o escuadrones de la muerte con su cauda de
sangre y muerte, lo que haría ingobernable a nuestro país.
A estas
condiciones de violencia y desempleo sumemos la grave sequia que azota a gran
parte de los estados del norte del país. Allá la hambruna no es un cuento. Es una
cruda realidad en donde millones de compatriotas se desplazan de sus lugares de
origen a las grandes ciudades en busca de alimentos y agua. Son muchedumbres
hambrientas sin destino. No en balde los sicarios de la droga se nutren de
ellos. Son como la hidra de mil cabezas: si el gobierno corta algunas, estas se
reproducen con facilidad. Por esta misma razón los carteles dominan amplios
territorios de nuestro país.
Por otro lado
tenemos a una clase política más preocupada por conservar sus cotos de poder,
que por construir acuerdos que reactiven la economía, la creación de empleos y
mejorar las condiciones de vida de millones de ciudadanos.
Todos esos
ingredientes en circunstancias de vacío de poder o de la falta de equilibrios
por una sociedad civil inmovilizada harían
factible el surgimiento de gobiernos autoritarios alimentados por una oligarquía
temerosa de perder sus privilegios.
Si después de la competencia presidencial el
candidato ganador no busca la reconciliación nacional a partir de acuerdos políticos
concretos con todos los sectores de la población, si habría el riesgo de la
ingobernabilidad en nuestro país. Entonces, en las calles se encubará el huevo
de la serpiente.