Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
En la madrugada del miércoles pasado nuestro país perdió a
uno de los mejores periodistas del siglo XX y XXI. Nos referimos a Don Julio Scherer
García quien fue director general del periódico “Excélsior” en aquellos aciagos
días del asesinato a mansalva de cientos de estudiantes a manos del Ejército en
la noche triste de Tlatelolco ocurrido el 2 de octubre de 1968 y que dio cuenta
de esa ominosa matanza ante el silencio cómplice de la prensa oficial. Años después fundador y director general de la
Revista Semanal “Proceso”.
Como director de “Excélsior” dio dignidad y responsabilidad
social al ejercicio periodístico durante una etapa en la que el autoritarismo
presidencialista tenía sometido a empresarios y trabajadores de la comunicación
y toda expresión crítica era ahogada por la represión policiaca o el disfrute
de prebendas.
Recordemos que al tomar posesión como director de ese diario
por voluntad de los cooperativistas promovió el periodismo de investigación, es
decir dejar de lado el escueto boletín oficial que daba cuenta unilateralmente
de la acción gubernamental y en cambio envió a sus reporteros a buscar la
noticia al lugar de los hechos en donde se informaba con objetividad sobre los temas
cruciales de la vida nacional e internacional.
Otra de las innovaciones que introdujo Don Julio Scherer en
la actividad periodística – al igual que la revista “Siempre” dirigida por Don José
Pagés Llergo- fue dar cabida en sus páginas de opinión a colaboradores de
distintas ideologías políticas. La única exigencia que pedía Don Julio a sus colaboradores
era que sus artículos políticos estuvieran sustentados en hechos y no en dichos
y con pleno respeto a la libertad de ideas.
Recuerdo como disfrutábamos los jóvenes de aquella década los
escritos de Don Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz, García Cantú, Miguel
Granados Chapa, Carlos Monsiváis, Jorge Emilio Pacheco, Vicente Leñero, Francisco
Ortiz Pinchetti, Carlos Marín, Carlos Puig, el nayarita Manuel Stephens García,
los militantes comunistas, Gerardo Unzueta, Arnoldo Martínez Verdugo y Arturo
Nateras, Raymundo Riva palacios, Fernando Carmona y otros más intelectuales que
no vienen a mi memoria por ahora.
Don Julio fue muy exigente con sus reporteros. Señalaba que
el primer compromiso de un periodista era con sus lectores y, por lo tanto
estaban obligados a ser bien informados, a investigar lo que el gobierno
ocultaba y a publicar su información con veracidad y responsabilidad para no
caer en el chismorreo o en la especulación.
En su relación con el poder público guardó una sana
distancia. Con inteligencia y prudencia
sostuvo relaciones con la clase gobernante sin detrimento de su libertad de
pensar.
Pese a lo anterior siempre fue incomodo a la élite gobernante
lo que provocó que el gobierno autoritario de Luis Echeverría mediante una truculenta asamblea de la
cooperativa que editaba “Excélsior” fue cesado como director de ese y afamado
diario nacional.
En solidaridad gran parte de reporteros, articulistas,
cronistas, caricaturistas e intelectuales salieron con él de esa casa editora para
luego fundar la Revista “Proceso” en 1976. No todos se quedaron en “Proceso”;
otros se fueron a fundar el Diario “Uno Más Uno” y años más tarde otros
fundaron el diario “La Jornada”.
Además de periodista Don Julio fue un exitoso escritor. Más de
una decena de libros dan testimonio de ello, entre otros: Siqueiros:
La piel y la entraña (1965), Los presidentes (1986) editado por Grijalbo, Salinas
y su imperio, Parte de guerra, Estos años (1995), La pareja (2005), La terca
memoria (2007), El poder: historias de familia (1990), El indio que mató al padre
Pro, La reina del pacífico (2008), Allende en llamas (2008), Secuestrados
(2009), Historias de muerte y corrupción (2011), Calderón de cuerpo entero
(2012), Vivir (2012), Máxima seguridad, Niños en el crimen (2013.)
Hasta años antes de su muerte Don Julio continuó con su oficio
de un excelente entrevistador. La última fue con uno de los jefes del narcotráfico,
el “Mayo Zambada”. Esa entrevista fue realizada en la clandestinidad con el
capo de la droga la que hizo sin pensar en su seguridad y hasta en riesgo de
perder la vida.
Esa entrevista causó sospechas e indignación en la clase
gobernante y críticas de mala leche de periodistas cortesanos del poder.
Eso no le importó a Don Julio. Respondió que antes está el
deber de un periodista, esto es, buscar la verdad de los hechos y dar cuenta de
ello a sus lectores antes que el prestigio o la seguridad personal del
periodista.
En memoria de Don Julio debo relatar que cuando Andrés González
Reyna, Emilio Valdez y quien esto escribe decidimos fundar con el apoyo moral y
financiero del Dr. Luis Navarrete Zúñiga “el Diario del Pacifico” en el año de
1973 decidimos copiar el formato de la primera plana de “Excélsior” y en sus
contenidos informativos y de opinión tratamos de seguir el ejemplo de Don
Julio, o sea, hacer visible el descontento popular, respetar la pluralidad de
ideas, investigar la información en el lugar de los hechos y mantener una línea
crítica frente al poder gubernamental.
Fue así como “El Diario del Pacifico” fue el parteaguas en el
periodismo nayarita en aquella década.
El reportero estrella del Diario de “Hechos y Opinión” fue
precisamente Arturo “el Guacho” Zúñiga, (recientemente fallecido) quien con
audacia y talento ejerció el periodismo de investigación en temas muy
controvertidos de la vida estatal. Fue nuestro caballito de batalla. Siempre lo
recordaremos como el gran amigo que fue. Que en paz descanse.