Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
El año 14 del siglo XXI lo dejamos atrás. Si miramos retrospectivamente
nuestra nación alcanzó en parte los
objetivos que nos prometieron nuestros gobernantes sobre todo lo que tiene que
ver en una mayor cobertura de los programas sociales, pero insuficientes para
acotar la desigualdad social.
Un pendiente del 2014 fue precisamente el meollo de nuestro incipiente
sistema democrático; a saber: los reclamos de justicia, el combate a la corrupción
y la falta de rendición de cuentas de nuestra clase gobernante.
Los sucesos trágicos ocurridos en el municipio de Iguala,
Guerrero en donde los cuerpos policiacos municipales secuestraron y
desaparecieron a 43 estudiantes normalista de Ayotzinapa constataron la
vulnerabilidad de nuestras instituciones y demostraron que las bandas del
crimen organizado en complicidad o no con los presidentes municipales y hasta
el mismo gobernador utilizaron el poder público para delinquir impunemente a
grado tal que hicieron una tierra de nadie para avasallar a los ciudadanos mediante
la intimidación armada y la ejecución de quienes se les oponían en el camino.
Esta misma situación de inestabilidad social y política prevalece
en decenas de municipios de varios estados, entre otros, Morelos, Michoacán,
Tamaulipas, Veracruz, estado de México, Oaxaca y Jalisco. Diga lo que diga el
Gobierno de la República no se ha restablecido el orden constitucional. Da
cuenta de ello que el Ejército, la Marina y la Policía Federal han tomado el
resguardo de la seguridad pública en esos municipios.
Si bien la movilización popular de los agraviados en los
estados de Guerrero y Michoacán
disminuyeron en intensidad seguramente por motivo de las fiestas de navidad y
fin de año, no se descarta que miles de esos ciudadanos agraviados salgan a las
calles pues hasta ahora el Gobierno de la República no ha satisfecho las
demandas de justicia pronta y expedita. Quizá le apuesta al desgaste o al
olvido.
Lo grave es que estamos al inicio de los comicios estatales y
federales que culminarán en junio de este año. Ante la falta de credibilidad a
nuestras instituciones de procuración e impartición de justicia, la
desconfianza a los partidos políticos y la falta de resultados en el
crecimiento de nuestra economía que se refleje en una mejor calidad de vida
para millones de mexicanos que viven en la pobreza, las próximas elecciones en
9 estados de la república y la elección de los 300 diputados de mayoría que integrarán la próxima
legislatura federal será como un plebiscito para nuestra actual clase
gobernante.
Hoy los partidos políticos y hasta el mismo presidente de la
república se encuentran en su más bajo nivel de credibilidad, lo cual es
sumamente grave pues son el fundamento y sustento de nuestro sistema político democrático.
Ante este futuro incierto el Gobierno de la República, el Congreso
de la Unión, gobernadores, partidos políticos y las élites empresariales, cada
quien desde su trinchera debe de dar resultados concretos de lo que los
mexicanos queremos: empleo, mejores salarios, acceso a servicios de salud y educación
eficientes, justicia pronta y expedita, castigo a la corrupción y la impunidad,
transparencia y rendición de cuentas de todos los servidores públicos, seguridad
en las calles, concretar en acciones de gobierno las reformas estructurales en Educación,
Telecomunicaciones, Energética y otras más de manera que impulse el crecimiento
económico del país y, por ende disminuya la brecha entre una minoría atascada
de riqueza y una mayoría en niveles de sobrevivencia.
Si nuestra clase política y las cúpulas empresariales se
hacen de oídos sordos de esas miles de voces de irritación popular que hoy son
como leve susurro, mañana podría ser un tremendo rugido que se extienda por
todo el país.
La autocomplacencia de nuestra clase gobernante, como lo
señale alguna vez está empollando el huevo de la serpiente, esto es, el fascismo.