Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Ante el hartazgo a los partidos políticos que continúan
siendo utilizados como cotos de poder patrimonialista y no como proyectos
alternativos de nación y la poca credibilidad de los candidatos a un puesto de
elección popular en la competencia que concluirá el próximo 7 de junio surgió
en el panorama nacional un movimiento promovido por un numeroso grupo de
intelectuales y asociaciones civiles llamando a los ciudadanos a nulificar su
voto ante el fantasma del abstencionismo.
Argumentan los promotores de este movimiento que acudir a las
urnas y nulificar su voto sería un claro mensaje de rechazo a los partidos
políticos y a sus candidatos que carecen de calidad moral para ser nuestros
representantes en las diversas instancias del gobierno por sus prácticas
clientelares, de opacidad y de falta de rendición de cuentas porque se han
vuelto en instrumentos de poder para sus cúpulas dirigentes.
Recuerdan que ese movimiento por el voto nulo, pese a que
solo logró movilizar al 5.3% de los ciudadanos en las elecciones intermedias
del 2009 hizo posible que más tarde la clase política aprobara las candidaturas
independientes, el plebiscito, la iniciativa popular, la igualdad de género en
los puestos de representacion popular y la reelección de alcaldes, diputados y
senadores cuando estos realizan una buena gestión.
Aceptan que si bien el voto nulo no tiene consecuencias
jurídicas si las tiene en lo político.
Rechazan el abstencionismo porque deja las manos libres a los
partidos políticos a que hagan lo que se les pegue la gana. El abstencionismo
fortalece a las burocracias políticas corruptas, aseguran…
Entre menos
burros, más olotes.-Esta aseveración la hace un grupo de académicos de
la UNAM que señalan que el voto nulo de igual manera que el abstencionismo si
tiene efectos pero a favor de los partidos con mayor presencia en el país, en
este caso al PRI, PAN y PRD. En la
próxima elección tal vez le vaya bien al PVEM y a MORENA.
Los académicos dan sus razones. Supongamos que el voto nulo
consciente alcanzara un 10%. Estos votos serán echados a la basura. En cambio sí
beneficiará a los partidos grandes en la distribución de las regidurías y
diputaciones plurinominales así como en más prerrogativas económicas para esos
partidos y más aún si los mini partidos pierden su registro. Entonces se daría
mayor poder económico y político a las actuales cúpulas partidistas.
Sin duda su legitimidad representativa caería por los suelos
pero la elección de sus candidatos sería legal. Como en esos partidos impera el
más puro pragmatismo les vendrá como anillo al dedo, o sea, “entre menos burros,
más olotes”.
¿Cuál es la alternativa por la que se inclinan esta corriente
de opinión?
1.-Llaman a ejercer el voto de castigo o de premio hacia
aquel o aquellos partidos que han gobernado mal o que han hecho un buen papel
como gobernantes.
2.-Los candidatos independientes pudieran ser una opción siempre
y cuando oferten propuestas sustentadas en la realidad y no de ocurrencias; y
que su biografía ciudadana sea intachable.
3.-O en su caso votar por aquellos candidatos que hicieron
público su declaración patrimonial, declaración de interés y declaración de
impuestos, puesto que ha sido una clara demanda de los ciudadanos.
Coinciden estas dos posiciones en que para lograr los cambios
más profundos en nuestro sistema político será necesario la organización,
movilización y presión popular. Mientras no existe una ciudadanía movilizada la
actual partidocracia continuará gobernando al país legal pero ilegítimamente. Harán
cambios en las leyes para que todo siga igual.
Las grandes transformaciones sociales no vienen de arriba.
Estas emergen desde las profundidades del descontento y la irritación popular.
Como lo anterior no ocurrirá a mediano plazo por nuestra
parte llamamos a concurrir a las urnas como un deber ciudadano. En todo caso
cuando estemos ante la boleta elijamos a quien mejor nos puede representar en
la Cámara de Diputados en función a su historia política biográfica. Nos veremos
hasta el próximo martes…