Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
El miércoles pasado en un intenso y profundo debate de los
cinco ministros de la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN) de la ponencia presentada del ministro Arturo Zaldívar fue votado a
favor de 4 contra uno otorgarle el amparo de la justicia federal a un club de
cuatro fumadores autoconsumo de marihuana que demandaban la producción y uso de
la cannabis con fines recreativos de manera prudente y responsable argumentando
que el estado mexicano no debe criminalizar su uso que atentan a su derecho a
decidir sobre el libre desarrollo de su persona.
Con esta sentencia a favor del mencionado club se abre una
fisura a la política prohibicionista y punitiva del consumo de la cannabis a la
que en la percepción ciudadana y en la clase política desde hace décadas la
consideran como una planta demoniaca que es causa de todos los hechos de
violencia por los que la consumen.
Los ministros de la primera sala casi por unanimidad al igual
que otros especialistas en la materia consideran que la cannabis es una droga científicamente
comprobada que de entre las demás drogas incluido el tabaco y el alcohol es la
menos nociva a quienes la consumen. Incluso que esta planta de entre las
cannabis tiene atributos medicinales en los casos de enfermedades crónicas degenerativas
y en algunos tipos de cáncer terminal que
mitiga el dolor. Además surte efectos paliativos en enfermos epilépticos.
Que quede bien claro este amparo por hoy solo es privativo
del club en mención y en modo alguno no quiere decir que se legalice para todos
los consumidores en el país.
La importancia de este hecho histórico de la corte es que
obligará a los legisladores y al presidente de la República a regular el
mercado de la droga mediante la reforma a la Ley General de Salud puesto que
algunas de sus normas fueron declaradas anticonstitucionales porque violentan los
Derechos Humanos.
El debate de la marihuana con usos lúdicos o medicinales ya
está en la palestra pública.
Hoy en día ya no es sostenible que mientras el Estado gasta
enormes sumas de dinero público y se asesinan a miles de ciudadanos en la lucha
por el control del mercado de la droga o
se atiborren las cárceles del país por jóvenes que están privados de su
libertad por el solo hecho de portar más de 5 mg de esa droga para consumo
personal, esta política es incongruente dado
que en el país vecino del norte (EUA) lo haya legalizado en más de 37
estados de la unión americana con fines recreativos y medicinales y la expenden
libremente en estanquillos de cualquier lugar de la ciudad, eso sí plenamente
controlados.
Ha sido comprobado por los expertos en la materia que durante
las décadas de prohibicionismo y satanización de la marihuana el consumo de
esta droga es menos dañino al cuerpo humano que el alcoholismo y el tabaquismo
y más recientemente el consumo indiscriminado de las bebidas saborizantes que
tienen un alto contenido de azúcar.
De acuerdo a los datos proporcionados por los centros de
salud pública y privada el 36% de la población es consumidor de alcohol; en el
segundo lugar con el 17% lo ocupa el tabaquismo y apenas el 9% lo ocupa el
consumo de la cannabis.
En el caso del alcoholismo y el tabaquismo mueren al año
miles de personas en nuestro país por afecciones de enfermedades crónicas degenerativas
y canceres de hígado, páncreas y estomago provocando millonarias sumas de
dinero al Erario público en atención médico-hospitalarias a ese tipo de
enfermedades.
En cambio hasta hoy la muerte por causa de enfermedades derivados
del consumo de la cannabis es poco significativa.
Es de esperar que los legisladores y la clase política en
general no eludan el tema porque no es
rentable electoralmente mucho menos aquellos personajes de la vida privada que
ejercen una doble moral y que mediante argumentos de puritanismo religioso se rasgan
las vestiduras condenando el consumo de las drogas, cuando en el mismo seno familiar sus hijos la consumen con
total impunidad.
Fue en el sexenio panista de Felipe Calderón cuando se
incrementó la sangrienta violencia armada por la guerra declarada que emprendió el gobernante panista provocando
la muerte de miles de personas y más de 24 mil desaparecidos y el atiborramiento
en las cárceles de jóvenes adictos que hoy son una bomba de tiempo de
consecuencias imprevisibles, y peor aún que en esta guerra declarada contra las
bandas del narcotráfico incorporó a las fuerzas armadas y de la Marina en
calidad de policías ante la evidente corrupción de las fuerzas policiacas
civiles y que trajo como consecuencia la creciente violación a los derechos
humanos. Fue tal el fracaso de esta guerra fallida que durante este sexenio de Enrique Peña Nieto las
bandas del crimen organizado que trafican la droga continúan ejerciendo su poderío
bélico y económico en varias zonas del país fundamentalmente en municipios de
los Estados de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas y Veracruz.
Así pues, ante la resolución de la corte que amparó a un club
para la autoproducción y consumo de la cannabis el Ejecutivo Estatal y los
legisladores deberán normar esa resolución, primero como ya lo expresamos líneas
arriba, porque implica reformar varios artículos de la Ley General de Salud al
declararlas anticonstitucionales y, segundo porque seguramente en los próximos
meses se vendrán cientos de amparos de clubes que querrán hacen valer esa resolución
de la corte.
Si los poderes del estado no toman medidas preventivas y
eluden implementar normas que regulen la producción y el consumo de la cannabis
por razones de cálculos electorales estarán en la cola de los países que ya
despenalizaron esa droga.
El hecho de que la resolución de los ministros de la corte
haya sido a favor del inicio de la legalización de la marihuana no quiere decir
que sea una panacea para resolver de facto el problema de la violencia y el tráfico
de los estupefacientes…