No será
casual la debacle electoral de los partidos de izquierda porque en principio
estas organizaciones políticas están prácticamente desmembradas por sus
divisiones internas y el éxodo de algunos de sus dirigentes al tricolor o de plano arrojaron la
toalla partidista.
Tenemos, por
ejemplo, el Partido del Trabajo (PT). Su eterno dirigente estatal, Jaime
Cervantes Rivera fue echado del partido por no rendir cuentas claras sobre el
manejo financiero de los CENDIS y pretender imponer a su esposa como diputada
plurinominal durante los pasados comicios estatales.
Sin embargo,
quienes ahora usufructúan ese membrete no han sido capaces de reorganizar al
partido, darle presencia y movilización en torno a demandas populares. Lejos de
ello optan por la política del avestruz esperando que la imagen emblemática de
López Obrador les otorgue los votos para refrendar su registro.
En estas
mismas circunstancias se encuentra el Partido “Movimiento Ciudadano”. Desde que
la familia Paredes cambió de barco para regresar al PRI, el partido fundado por
Dante Delgado, solo es una franquicia más en el espectro político de Nayarit.
Ni siquiera sabemos a ciencia cierta quienes son los dirigentes de esa
organización.
Al igual que
el PT, su registro dependerá de los votos que le allegue el candidato
presidencial de las izquierdas.
En el
Partido de la Revolución Democrática, (PRD), salvo Castellón Fonseca, su
candidato al Senado de la República, Ernesto Navarro y su candidata a diputada
federal por el distrito dos, Julieta García, de igual manera se cuelgan a la
candidatura de López Obrador. Hasta el día de hoy desconocemos sus propuestas y
si itinerario de campaña y el resultado de ellas. Dicen que hacen trabajo de
hormiga, pero lo cierto es que por ningún lugar aparecen, como si se los
hubiera tragado la tierra. ¿Será que están conscientes que no tienen ninguna
probabilidad de ganar y entonces para que gastar recursos económicos y esfuerzo
físico? Tal vez se sienten como relleno, solo para cubrir el espacio en la
boleta electoral.
Eso mismo
ocurre con el candidato al Senado de la República, Nayar Mayorquin y la
candidata a diputada federa por el distrito tres, Marisol Sánchez, personas
identificadas como cuadros políticos del Movimiento de Reconstrucción Nacional,
(MORENA).
El primero
se ha vuelto ojo de hormiga. No sabemos que propone, que opina y que hace en la
perspectiva de ganar una curul federal. Es un candidato de a mentiritas. En
cuanto a la ixtlense, Marisol Sánchez, por lo menos le hace la lucha para dar a
conocer sus propuestas en aquella región sur del Estado. Durante el pasado proceso
electoral estatal como candidata a diputada tuvo una buena votación. Sin
embargo, por la falta de recursos económicos y de una buena estructura
electoral difícilmente podrá ganar la elección ante sus adversarias del PRI y
del PAN que están bien pertrechadas en equipo humano y financiero.
Ante esta
desangelada campaña de los candidatos de las izquierdas, el futuro de sus
partidos dependerá en gran medida a que los electores nayaritas sufraguen por
López Obrador en el lugar que ocupan sus logotipos en la boleta electoral.
Respecto a
los candidatos de Nueva Alianza (PANAL) lucen desfigurados a excepción de Cora
Cecilia Pinedo Alonso, la que de vez en cuando aparece en algún evento
proselitista. La palanca de apoyo electoral de todos ellos será el magisterio
federal y estatal. Se comenta que el cacique magisterial de la Sección 20 de
maestros, Liberato Montenegro giró instrucciones a su gremio a que emitan un
voto dividido: uno a favor del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña
Nieto y los otros por los candidatos del PANAL. Vamos a ver si le hacen caso en
este nuevo cambio de chaqueta.