El diálogo y los acuerdos pactados carecen de sustancia
cuando son producto de la coyuntura y de la necesidad de legitimar el poder o
por el deseo de satisfacer a la opinión pública. Empero, cuando se actúa con
grandeza de miras y voluntad política, el diálogo y los acuerdos cobran
relevancia en tanto que cada uno de los actores políticos y sociales honrarán
su palabra traduciéndolas en hechos.
El Pacto Por México suscrito el pasado domingo en el Castillo
de Chapultepec por los presidentes nacionales del PAN, PRI y PRD y avalado por
gobernadores y líderes parlamentarios del Congreso de la Unión y rubricado por
el mismo Presidente de la República, Enrique Peña Nieto fue muy emblemático y
significativo.
En el documento de 5 ejes rectores quedó plasmado el
compromiso de las tres fuerzas políticas más importantes en el país representadas
en las dos Cámaras del Congreso de la Unión de hacer posible que transiten las
grandes y emergentes reformas Constitucionales que hagan posible el
cumplimiento de las 13 propuestas de gobierno que anunció el mandatario federal
en su toma de posesión.
Como lo señaló el líder histórico del PRD, Jesús Ortega es
necesario que tanto el PAN como el PRD se despojen de sus dogmas doctrinarios y
el PRI no pretenda volver a las prácticas autoritarias del pasado.
Con la firma de ese Pacto Por México, el Partido del Sol
Azteca ya dio el primer paso al sacudirse el tutelaje del caudillismo lopezobradorista
y actuar en congruencia con la construcción de un partido de izquierda que
tiene vocación de gobernar bien, así como lo hace en la Ciudad de México desde
hace 18 años.
El Partido Acción Nacional tiene dos reto adicionales por
delante, a saber: consolidar su legado cuando fue partido en el poder y
contribuir desde el Congreso de la Unión a que la nueva administración federal
posibilite, junto con el PRD, los grandes cambios estructurales a los que se
comprometió Peña Nieto para pacificar a nuestro país mediante una nueva
estrategia de combatir a la narcoviolencia y el crimen organizado, esto es,
mediante una mejor coordinación de los cuerpos policiacos, militares y de
inteligencia; mejorar la educación, la salud,
prevenir el consumo de toda clase de estupefacientes; creando miles de
empleos para los jóvenes; mejorando las condiciones de los sectores de extrema
pobreza y una mejor procuración y administración de la justicia, con el fin de
liquidar la corrupción y la impunidad.
El PRI, como partido gobernante es aun mayor su
responsabilidad. Desde la Presidencia en Los Pinos y desde las Cámaras, sumando
a sus mayorías en los Congresos Locales y a sus gobernadores, sin duda alguna
es desempeñarse en confiables interlocutores de los grandes acuerdos
nacionales, no sobre la base de viejas prácticas clientelares y autoritarias
sino con sentido de responsabilidad republicana, con altura de miras y de cara
al porvenir.
Como lo afirmó el Presidente Peña Nieto a este Pacto Por
México deberían sumarse otras instituciones políticas, organizaciones
empresariales, medios de comunicación, académicas, universidades,
congregaciones religiosas y quienes deseen contribuir por México. Superar
viejas inercias y paradigmas del pasado es responsabilidad de todos.
El PRI y el PAN que han ocupado la Presidencia de la
República seguramente ya aprendieron que por si solos y los gana la soberbia
del poder impide concretar los grandes pactos nacionales como aquel acuerdo
nacional en contra de la violencia suscrito por todos los partidos y sectores
sociales de nuestro país y suscrito por el ex presidente Felipe Calderón en el
2008. Aquel compromiso de terminar con la violencia y restablecer la paz social
terminó en un simple papel. La guerra contra la narcoviolencia la perdió Felipe
Calderón con un saldo de victimas entre delincuentes, fuerzas policiacas y
militares y gente inocente de más de 60 mil muertos.
En la nueva estrategia, además de las arribas señaladas, el
Presidente Peña Nieto tendrá que replantear la nueva relación bilateral con el
gobierno de Obama. No es justo que mientras nuestro país ponga los muertos y
gaste enormes millonadas de dinero en seguridad pública, a los gringos les
importa un bledo y hasta se dan el lujo de vender armas a los narcotraficantes
y legalicen el consumo de drogas en varios estados de la Unión Americana.
Bienvenido el Pacto Por México. Ojalá y lo veamos concretado en los primeros 60
días cuando se instrumenten los Programas Nacional para la Prevención del
Delito y la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Vamos a ver de qué madera está hecho el gabinete del nuevo Presidente de
México.