En la hora que escribo esta columna no conozco el desenlace
final de las pláticas de negociación entre el alcalde de Tepic, Héctor González
Curiel y la lideresa del SUTSEM, Águeda Galicia y con la mediación del Gobierno
del Estado para poner fin al paro general de actividades en el Ayuntamiento de
Tepic debido a que no se ha pagado la totalidad del fondo de ahorro y la
segunda parte del aguinaldo.
La propuesta de el “torito” es pagar en abonos porque no hay
dinero. Es probable que por esta vía se llegue a un acuerdo por el bien de los
tepicenses y de los trabajadores sindicalizados.
Durante una entrevista en un canal local González Curiel dijo
una gran verdad. El sindicato, aunque son innegables sus derechos, se están
acabando la gallina de los huevos de oro.
Tiene razón. Nadie puede dar lo que no tiene y la bancarrota
del ayuntamiento es corresponsabilidad de sus tres antecesores y del SUTSEM.
Fue precisamente a partir de las ambiciones de poder de Ney González cuando
siendo alcalde de Tepic endeudó al ayuntamiento para utilizar los recursos
públicos con la mira puesta a la gubernatura de Nayarit. En esta estrategia en
su afán de coaptar votos se actuó con irresponsabilidad incrementando sus demandas
laborales muy por encima del índice inflacionario y otras prebendas laborales.
Nadie dice que los trabajadores no tengan derecho a mejor sus
condiciones de vida. Lo que ocurrió fue que las tres administraciones
anteriores no administraron con
responsabilidad al inflar la nómina y el gasto corriente así como el uso de programas
asistenciales con clara tendencia preelectoral.
Ahora se están pagando los platos rotos. La deuda crece y los
ingresos decaen. De no actuar de inmediato para resolver de fondo el problema
de la deuda, en pocos años no habrá ni para pagar la nómina como otros
ayuntamientos del país que se declararon
en bancarrota y hasta tendrán que poner
a remate sus pocos activos; y todo por
utilizar al ayuntamiento como trampolín político.
NO VE UNA EL LIDER NACIONAL DEL PAN
Gustavo Madero, suda la gota gorda desde el 2012 cuando su
partido perdió varias gubernaturas y la presidencia de la República, ocupada
hoy por el priista Enrique Peña Nieto. Este año tendrá que ser habilidoso y
poner alto a las confrontaciones internas en el blanquiazul entre sus
principales figuras históricas.
La última pifia que cometió fue el haber emprendido una
campaña de reafiliación sin aclarar que están exonerados de este requisito
aquellos panistas que tienen más de 30 años de militancia continua.
Este desaguisado le valió una andanada de críticas, entre
otra, la de Vicente Fox ex presidente de la República y de Diego Fernández de
Ceballos.
El ex senador declaró públicamente que no se reafiliará
porque es un insulto a la inteligencia. Acotó: “para seguir siendo católico no
se necesita bautizarse dos veces; por lo tanto, aunque no me reafilie, seguiré
siendo panista para toda la vida”.
Tan mal fueron los resultado de la campaña de reafiliación en
el blanquiazul que de un millón 800 mil de afiliados su padrón actualizado
apenas rebasó los 350 mil afiliados, lo que indica que durante
12 años cuando ejercieron el poder se infló el padrón panista por miles de
personas advenedizas y tránsfugas de otros partidos. Para justificar estos
hechos el dirigente de Acción Nacional lo justificó aduciendo que no son un
partido de masas sino de cuadros.
Eso sí, este partido podrá presumir que es la única organización
política que tiene un padrón confiable de su militancia, pues ni siquiera el
partido más longevo, que es el PRI, lo tiene.
Claro, el hecho que cada uno de los panistas reafiliados
tengan su credencial vigente no quiere decir que lo hayan hecho por convicción
ideológica y programática. Siempre habrá advenedizos que lo hagan por
oportunismo electoral, sobre todo cuando los principios ideológicos están en el
baúl de los archivos muertos.