Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
El consejo nacional del Partido de la Revolución Democrática
eligió por mayoría de sus consejeros nacionales a Carlos Navarrete como
presidente del comité ejecutivo nacional, quien ocupara el cargo de secretario
de Trabajo y Previsión Social en el Gobierno del Distrito Federal presidido por
Miguel Ángel Mancera.
Los retos que enfrentará el nuevo líder perredista son de
indudable trascendencia para la consolidación del PRD como segunda fuerza política
nacional toda vez que en las elecciones federales y estatales del próximo 6 de
junio del 2015 entrará a la competencia electoral el Movimiento de Regeneración
Nacional (MORENA) lidereado por el popular político tabasqueño Andrés Manuel
López Obrador, cuyo partido pretende posicionarse como el primer partido de
izquierda en el país.
Para no perder esta posición en el escenario político nacional
Carlos Navarrete necesariamente tendrá que reconstruir la unidad interna de su
partido a efecto de no perder espacios de poder en los estados y en la
Legislatura Federal.
Otro de los problemas que tendrá que encarar es la
responsabilidad moral de la dirigencia de su partido es el de haber designado
como sus candidato a puestos de elección popular en el 2012 a personajes que de
una u otra forma han sido cómplices o por omisión de las bandas del crimen
organizado.
El ejemplo más notorio que conmocionó a la opinión nacional
son los hechos recientes ocurridos en el municipio de Iguala, Guerrero en donde
la Policía Municipal baleó a mansalva un autobús en el cual viajaban estudiantes
de la Normal Rural de Ayotzinapa matando en el momento a tres normalistas y
luego los mismos policías secuestraron y desaparecieron a 43 estudiantes, de
los que se desconoce su paradero.
Ese ayuntamiento era gobernado por el perredista del grupo de
nueva izquierda, José Luis Abarca Velázquez mismo que al día siguiente en que se
registraron los hechos sangrientos se dio a la fuga junto con su secretario de
seguridad pública.
A la par de las
investigaciones dan cuenta que este alcalde perredista tenía claros nexos con
el grupo delincuencial denominado “guerreros unidos” y que eran utilizados por
el susodicho alcalde para reprimir grupos sociales e incluso mandar asesinar a
sus adversarios políticos, entre otros al líder de Unidad Popular Arturo
Hernández Cardona quien según el testimonio de un sobreviviente fue torturado y
luego asesinado personalmente por el mismo Edil y a otros más líderes
perredista que eran miembros de la corriente de Rene Bejarano.
Esta política de aniquilamiento de líderes sociales fue
denunciada ante la misma Procuraduría General del Estado y de la República en
mayo del 2013 cuando ocurrió ese asesinato sin que hubiera una investigación al
respecto y que hoy está impune.
Por otro lado los líderes nacionales del partido del Sol
Azteca tendrán que rendir cuentas el por qué el gobernador Ángel Aguirre,
postulado por el PRD no le exigieron que rediseñara una nueva estrategia más
eficaz para combatir a los grupos criminales que actuaban en la impunidad en
varios municipios de la tierra caliente
incluido el mismo Puerto de Acapulco. Ya
sea por incapacidad o por omisión el gobernador Ángel Aguirre es el responsable
político de lo que sería la masacre de
estudiantes más grave que se haya cometido en el país después de la de 1968.
Ante la gravedad de los hechos sangrientos el nuevo dirigente
nacional perredista celebró el pasado miércoles la primera asamblea plenaria de
todo el comité ejecutivo nacional en ese municipio.
En esa reunión plenaria se comprometió a que esos hechos no
quedaran impunes y que de ninguna manera protegerá a militantes perredistas que
hayan abusado del poder en contra de inermes ciudadanos. Aseveró que está en
proceso la expulsión del ex jefe de la Comuna de Iguala, José Luis Abarca.
Por último Carlos Navarrete pidió una disculpa pública y perdón a familiares de
los estudiantes desaparecidos y a toda la comunidad de Iguala por haberse equivocado en la selección del
alcalde que hoy lo busca la justicia para procesarlo penalmente.
A partir de estos hechos sangrientos el PRD en Guerrero vive uno
de sus peores momentos en credibilidad lo cual podría tener como consecuencia
el desplome electoral en el 2015 y, por
ende la pérdida de la gubernatura del Estado. No la tiene nada fácil el nuevo líder
nacional del PRD.