Conjeturas
Por
Francisco Cruz Angulo
Una de las consecuencias de la dispersión del voto en la
pasada jornada electoral del 7 de junio fue la cuasi pérdida del registro del
Partido del Trabajo (PT) a nivel nacional al no alcanzar el 3% de la votación que
exige la ley electoral vigente.
Durante dos sexenios le fue muy bien gracias a su alianza con
el Partido de la Revolución Democrática (PRD), en particular con el movimiento
lopezobradorista durante sus campañas presidenciales del 2006 y 2012 en las
cuales elevó sus prerrogativas y obtuvo decenas de escaños tanto en diputados
federales como en el Senado de la República.
Bajo sus siglas fueron líderes de sus bancadas Ricardo
Monreal y Manuel Bartlett Díaz que de izquierdistas solo tienen el
calificativo.
Con la renuncia de López Obrador al PRD ese partido quedó en
la orfandad político-electoral. Su apuesta a las alianzas para sobrevivir lo convirtió
en una franquicia y no en una manera de consolidarse orgánicamente como partido
nacional.
Desde hace décadas ese partido continúa siendo dirigido por
Alberto Anaya y una camarilla de secuaces que lo utilizaron como un clan
familiar en el que se reparten los puestos de elección popular entre ellos.
Esta concepción patrimonialista de partido impidió el surgimiento
de nuevos liderazgos, su crecimiento territorial y el desdibujamiento de los
principios ideológicos y programáticos de izquierda que le dieron origen.
Por el contrario perdieron en el camino a sus dos bastiones
electorales más importantes en el país como lo fueron en su momento Durango y
Zacatecas y de los principales líderes en esas dos entidades.
Su eslogan “si somos un partido auténticamente de izquierda”
fue la fachada para encubrir sin ningún pudor sus alianzas con el PRI en
algunos estados de la república. En este sexenio hicieron alianza con el
tricolor en Baja California Sur y en Querétaro lo que produjo no perder su
registro local y ganar algunas posiciones en regidurías y puestos públicos en
el aparato gubernamental.
En la pasada elección federal su alianza parcial con el PRD
no les dio los resultados que esperaban, esto es, refrendar su registro a nivel
nacional.
Como lo comenté en su momento la dispersión del voto
favoreció al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) al captar el 8% de la
votación, al PVEM con el 7% y la obtención de su registro del nuevo partido
Encuentro Social. En cambio los ciudadanos castigaron con su voto al PRI, PAN y
PRD, partidos que decrecieron en votación 29, 21 y 11 por ciento
respectivamente.
Fragmentada la izquierda por la irrupción de MORENA y la
pérdida del registro del PT, de no reagruparse de aquí al 2018 lo más probable
es que el PRI y sus aliados PVEM y PANAL ganarían la próxima sucesión presidencial.
La única tablita de salvación a la que hoy se aferran los dirigentes
nacionales del Partido del Trabajo (PT)
está en manos del Tribunal Electoral de la Federación de si son aceptados o no
las impugnaciones que hicieron ante esa institución electoral.
Mientras tanto todos los bienes e inmuebles y cuentas
bancarias están intervenidas por auditores del Instituto Nacional Electoral (INE).
En tanto resuelve el TRIFE estos interventores evitarán un eventual saqueo indiscriminado
de esos bienes públicos…